Todos a una como en la famosa obra reinvidicativa y de entera justicia, Fuenteovejuna, de Lope de Vega: el Perú y el mundo quiere saber lo que efectivamente pasó en Uchuraccay hace 27 años cuando se asesinó salvajemente a ocho periodistas y un guía, hecho execrable por donde se le vea que trajo como consecuencia, posteriormente, controversiales comisiones investigadoras, más violencia, muertes misteriosas, y juicios nada esclarecedores en el Poder Judicial, entre muchas otras anormalidades con las cuales, tarde o temprano, se tiene que acabar.
Todos a uno debemos pedir para que al interior de la sociedad peruana se consolide la verdad en este caso. Si no hay ello ocurren rumores, interpretaciones, tesis y posiciones de toda índole que buscan efectivamente lo que siempre faltó: el esclarecimiento total.
Una de las hipótesis es la que plantea en esta oportunidad, en forma exclusiva para Miscelánea, Oscar Retto, experimentado reportero gráfico que perdió al mayor de sus hijos, Willy Retto Torres, en la masacre ocurrida el 26 de enero de 1983 en esa explanada inhóspita de la sierra peruana a 4 mil 200 metros sobre el nivel del mar, comprensión de la provincia de Huanta del departamento de Ayacucho. Cuando, precisamente, las hordas de Sendero Luminoso atacaban inclementemente al pueblo peruano.
Allí murieron además de Willy Retto y Jorge Luis Mendivil Trelles, del diario El Observador; Jorge Sedano Falcón, fotógrafo de La República; Eduardo de la Piniella Palao, Félix Gavilán Huamán y Pedro Sánchez Gavidia, de Marka, periódico de la época de tendencia izquierdista; Amador García Yanque, de la revista Oiga; Octavio Infante García, del diario Panorama de Huamanga; y Juan Argumedo, el guía.
Uchuraccay
PRUEBAS
Retto no duda y señala con precisión que los ocho periodistas fueron asesinados por las fuerzas del orden del mismo Estado. En este caso, los infantes de Marina, quienes precisamente, fueron los que llegaron a la zona a combatir a las hordas salvajes terroristas, tras los innumerables abusos de parte de los Sinchis de la Policia Nacional contra la población. Los primeros actuaron, según el denunciante, encubiertos sin uniforme.
“Quiero, eso si, expresar mis respetos a la Marina de Guerra del Perú como institución tutelar de la patria. Mi admiración hacia Grau como héroe es permanente Por estas convicciones soy un convencido de que los malos elementos deben ser castigados”, afirma
También cuenta, detalladamente, lo que muestran las últimas fotografías que captó Willy antes de morir en las que se ve escondido y de costado a un hombre de pelo corto al estilo militar con vestimenta determinada, de blujean, camisa impecable y botas de cuero, metido entre los campesinos y los periodistas.
“Las fotos se dan, digamos, en seguidilla. Pero nadie nos creyó. No podemos aceptar otro tipo de explicaciones frente a los asesinatos salvajes en que se actuó con premeditación, alevosía y ventaja”, dice con convicción.
IDENTIFICACION
Las ultimas vistas aparecieron tres meses después de ocurrido el crimen cuando la hermana del guía Argumedo fue a buscar su cadáver que, misteriosamente, no aparecía. Los guardaespaldas del Juez que eran guardias republicanos vieron, incrustada hacia adentro del suelo de tierra del lugar, la parte de una correa. La jalaron y salió el maletín de Willy con la maquina Minolta cargada, el teleobjetivo y 12 rollos.
Willy Retto tomó 9 fotografías de un rollo que el resto estaba en blanco. La primera muestra la explanada de Uchuraccay. Mientras que en la segunda se ve a los periodistas con los comuneros. Están retratados Gavilán, Sedano, García y Sánchez.
Hasta que aparece una que es clave. Allí esta el hombre con las características tan saltantes y peculiares. No era, precisamente, campesino. Ellos se ponen lo más viejo para trabajar. Lo hacen con ojotas y no con zapatos. Willy se da cuenta de este personaje y se acerca para tomarle más instantáneas. Pero, otro desconocido, lo empuja y la vista sale movida.
Lo que prueban las fotos, según Retto, es que si se registró diálogo y que no se dio paso a la confusión de terroristas. Ni nada que se le parezca. También se puede notar la conversación. Los periodistas, perfectamente, pudieron identificarse. Un hecho innegable hay, de todas maneras, gente extraña.
Más raro aún, las vistas las quisieron desaparecer pero no pudieron. Mientras que la maquina fotográfica de Willy si corrió esa suerte en el Poder Judicial cuando ocurrió un incendio, cuyas causas nunca se explicaron
El problema es que tal singular afirmación, aunque explicable por la búsqueda de la verdad, es que choca por completo con una serie de investigaciones que ocurrieron después de este crimen de lesa humanidad.
LA COMISION
Primero está, dentro de este contexto, la Comisión Investigadora que presidió el renombrado escritor Mario Vargas Llosa con la colaboración del jurista Abraham Guzmán Figueroa y Mario Castro Arenas, Decano del Colegio de Periodistas y conocido comunicador que ocupó cargos de importancia en los diarios Correo y La Prensa, de filiación aprista y que actualmente reside en Panamá.
Ellos, durante un mes designados por el gobierno de Belaúnde y en marzo de 1983, llegaron a conclusiones y determinantes. La primera de ellas, al contestarse la pregunta quiénes ejecutaron la matanza, aseguran lo siguiente:
“Tenemos la convicción absoluta de que el asesinato de los periodistas fue obra de los comuneros de Uchuraccay, posiblemente con la colaboración de otros comunidades sin que, en el momento de la matanza, participaran en ella fuerzas del orden”
No sólo eso sino que van más allá y aseguran también, de forma absoluta, de que “los periodistas fueron asesinados porque los comuneros los creyeron terroristas y sin sospechar su verdadera condición” de comunicadores.
Una de las fotos reveladoras de Willy Retto.
VERSIONES
En su búsqueda por la verdad, Retto, después de la muerte de su hijo, fue a trabajar como reportero gráfico en la zona de Ayacucho y acabó como testigo de violentos sucesos. En algunos casos participó en macabros descubrimientos de matanzas extrajudiciales. El trabajo lo hizo para el diario La República.
Reunió todo tipo de versiones sobre la matanza, unas más valederas que otras. Sin embargo, para él y para los otros familiares, el común denominador sindicaba una presunción: el involucramiento de los militares directamente o como infiltrados entre los pobladores para instigar la agresión. Según el Juez Juan Flores Rojas, los comuneros fueron autores naturales y los militares, los intelectuales
En la zona había unos veinte infantes de Marina o más, cuyos nombres nunca se conocieron. Solo se sabía el del Teniente Bravo Raid, quien es el oficial que manda el General Noel para traer a los periodistas.
Retto también da a conocer que murieron sospechosamente tres comuneros considerados testigos claves. Entre ellos: María Gálvez, esposa del Teniente Gobernador de la Comunidad, sindicado como el cabecilla del asesinato colectivo. En Ayacucho, el juicio fue obstaculizado y la sentencia no fue nada clara que digamos.
En cuanto al comportamiento de las fuerzas del orden, la comisión Vargas Llosa dice textualmente que es “un hecho comprobado que desde que las Fuerzas Armadas asumieron la responsabilidad de la lucha antisubversiva se han hecho esfuerzos por evitar excesos. La llegada de los infantes de Marina ha tenido un efecto moderador y mejorando, notoriamente, las relaciones con la población civil”
CONFUSION
Para Retto, las conclusiones de la comisión, bajo ningún punto de vista, son ciertas. Ni siquiera como posibilidad de análisis. “Este grupo de trabajo no aportó absolutamente nada para esclarecer el caso. Más aún, lo único que hizo es empantanarlo al máximo”, afirma.
Luego añade con absoluta seguridad: “las últimas fotos que tomó mi hijo prueban exactamente lo contrario. Actuaban elementos extraños, en el momento preciso de las ejecuciones. No confundamos más las cosas. No olvidemos además, que existieron condiciones para dialogar porque por lo menos dos de los asesinados, Gavilán y García, hablaban quechua. A ellos no les era difícil dar a conocer su condición de periodistas y no de terroristas.
Retto también exige la renuncia inmediata de Vargas Llosa a la Presidencia del Museo de la Memoria, tarea que le encomendó el actual Gobierno para recordar a las víctimas del terrorismo. “No tiene autoridad moral para estar allí”, sostiene.
En segundo lugar, dentro de este pandemónium de contradicciones, están las acciones judiciales que se realizaron con tropiezos evidentes. La confusión y la demora dilatada resultaron constantes inmerecidas.
SOSPECHAS
El fallo definitivo fue emitido el 9 de marzo de 1987, por el Tribunal Especial presidido por el vocal Luis Serpa Segura e integrado por los jueces: César Tineo y Arsenio Oré Guardia, sentenciándose por homicidio a lo campesinos Dionisio Morales Pérez, con pena de 10 años; Simeón Auccatoma Quispe, ocho; y Mariano Ccasani González a 6.
De acuerdo al fallo judicial, las atenuantes de las responsabilidades fueron en primer lugar la condición “semicivilizada de los campesinos” y la instigación de que fueron objeto por las fuerzas del orden.
El Tribunal desestimó la acusación contra el Jefe Político y Militar de Ayacucho, General Clemente Noel y Moral, como autor intelectual del crimen. En cambio sí aceptó contra éste los delitos contra la administración de justicia, deberes de función y abuso de autoridad.
Sospechosamente, el Juez del 27 Juzgado de Instrucción de Lima, Enrique Colfer, permitió la prescripción de los delitos por los cuales fue encausado Noel. Muchos opinan, y entre ellos Retto, que en el Poder Judicial se encubrieron, por completo, los hechos e incluso los pobladores fueron asesinados o desaparecieron.
El fotógrafo dice al respecto:”las investigaciones judiciales tampoco convencen porque los juicios se desarrollaron con muchos problemas. No se registraron esclarecimientos importantes. Jamás se incluyó a los testigos verdaderos”.
Posteriormente se realizaron las investigaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, cuyas conclusiones para Retto, son muy parecidas a las que emitió Vargas Llosa y su grupo. La CVR refrendó sus conclusiones en el sentido que la matanza fue cruel y no duró más que 30 minutos. Los campesinos estaban seguros que habían dado muerte a los senderistas.
Otra de ellas en los últimos momentos
VERSION
El reportero gráfico insiste que si hubo instigación militar sobre todo para impedir que los periodistas averiguaran algo que hubiera sido muy incomodo de explicar posteriormente.
Es decir, lo que efectivamente pasaba en la zona con los crímenes extrajudiciales. “Allí se mataba a diestra y siniestra. Bravo Raid lo sabe perfectamente. La información a la prensa se cerró por completo cuando llegó el General Noel.”, señala.
Pone como valedera una versión para él confiable que le dieron en el sentido que a los 8 periodistas, los campesinos y los encubiertos después de dialogar ampliamente, se los llevaron al local comunal. Ese mismo día habrían sido matados dos músicos por las fuerzas del orden, por el simple hecho de pedir la libertad de los comunicadores.
Se afirma que Willy se escapa del local por una ventana para comunicar la situación dramática por la que atravesaban. Pero los captores se dieron cuenta y, a 500 metros, le tiraron una piedra con una honda que lo hizo caer herido al suelo. Antes, él entierra el maletín en el límite de Uchuraccay. Por eso es que estas pruebas fundamentales se salvaron.
COMUNICADOR
Se dice que los asesinos dividieron a los periodistas de dos en dos en chozas. Posteriormente fueron ultimados no a hachazos, sino a culatazos. Los cráneos de las ocho víctimas completamente destrozados
La especulación sobre las formas de las muertes persiste porque nunca se quiso dar, a los familiares, los protocolos de autopsias. De lo que no hay duda es que los cadáveres fueron desnudados y enterrados en las fosas donde se les encontraron.
Por otro lado, Retto relata que su hijo que murió de 25 años para cumplir 26 era un hombre muy noble. Desde muy pequeño andaban juntos. Lo llevaba al Estadio Nacional y a las comisiones periodísticas que cumplía como reportero gráfico.
Estudió en el Colegio Salesiano y de allí pasó al Guadalupe. “Me iba a buscar a “Ultima Hora” donde yo trabajaba y una vez tomó una foto espectacular en una carrera de automóviles realizada en Cieneguilla. Saltó la vocación por el periodismo gráfico. Captó a un perro en el interior del auto deportivo y parecía que el animal manejaba. Willy tenía entre l3 o l4 años.
En el Colegio Guadalupe editó un boletín periodístico de nombre “Abrid Ancho Paso”. Luego comenzó a tomar fotografías constantemente. Una vez en la casa paterna decidió ser comunicador.
Su padre le recordó que esta es una profesión muy sacrificada, de experiencias difíciles y que, muchas veces, se arriesga la vida. Adicionalmente, el muchacho comenzó a estudiar la carrera de Psicología en la Universidad Nacional Federico Villareal.
Para Oscar, Willy era más amigo que hijo con un corazón muy grande de bondadoso. Su sueldo se lo regalaba a su madre, Gilma Torres Talavera de Retto, y después le pedía a ella plata para sus pasajes. A sus hermanos los quería y mimaba. Les hacia regalos y por ellos se preocupaba constantemente. Era el mayor. Los otros son: Lupe y Freddy.
El muchacho se fue a Venezuela a trabajar en una fábrica de acero quirúrgico. Allí destacó y fue capacitado en México y Estados Unidos. Retornó al Perú y ejerció el reporterismo en el diario El Observador. Continuó con sus estudios de Psicología.
HIJA
En El Observador hacia todo tipo de comisiones. Fue el autor de las fotos cuando el Ministro de Justicia del Gobierno de Belaúnde, Enrique Elías Laroza, casi lo secuestran unos peligrosos delincuentes. El lente de Retto estuvo en el preciso momento que ello ocurrió. Era ya una estrella del reporterismo gráfico.
Willy tuvo una hija póstuma que se llama Alicia, ahora de 26 años. Hoy es una prominente periodista que trabaja como reportera en el Canal 9 de TV. Lo ha hecho con éxito en el Canal 7 TV, donde fue conductora del programa de noticias. Ella estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad San Martín de Porres.
La existencia de Alicia nadie la sabía hasta que la pequeña llegó en brazos de la prima de su mamá quien le contó a Retto que tenía una nieta precisamente hija de Willy. Cuando la hizo pasar a su casa lo primero que hizo la bebe, de unos 8 0 9 meses, es abrazarlo y hacerle cariño.
Los cadáveres de las victimas en sus ataúdes.
PRESENTIMIENTO
La mamá de Alicia no había querido hablar. Pero habia tenido una relación amorosa con mi hijo. Nosotros no sabíamos nada. Hasta que se contó la verdad. Fue algo muy enaltecedor y feliz para mi, mi esposa y toda la familia”, cuenta con orgullo Retto.
La última vez que vio Oscar a su hijo fue en el Aeropuerto al despedirlo conjuntamente con su esposa, para que cumpla la comisión periodística en Ayacucho, sobre las actividades terroristas.
Allí se dieron el último abrazo. Retto padre tenia cierto presentimiento que algo iba a ocurrir. Y así fue. Por eso, las recomendaciones de seguridad y precaución. Pero el destino es implacable.
Los ocho periodistas se alojaron en el Hostal Santa Rosa y decidieron ir muy temprano a las 5 de la mañana en un taxi contratado de Ayacucho hasta la laguna de Tocto donde habrían llegado a las 7 a.m o más. y de este lugar caminando a Chacabamba, chacra de los familiares del guía, rumbo a Huaychao para ver lo que pasaba efectivamente con los terroristas.
Solo llegaron a pie, para la cita inexorable con la muerte, a Uchuracccay. La caminata, según las versiones existentes de algunos testigos, habría sido de más de 8 horas, de 7.30 a.m. a 4 de la tarde.
En la obra de Lope de Vega famoso es el siguiente diálogo:
- ¡Quien mato al gobernador?
- Fuenteovejuna, señor.
- Y quien es Fuentes Ovejuna,
- Todos a una, señor
Aquí se puede aplicar, sin ningún problema lo siguiente:
-¿Y quien mató a los periodistas?
-Todos a una, nadie lo sabe señor
miércoles, 7 de abril de 2010
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ESTOY CONTIGO OSCAR & GILMA SOLO QUIERO DECIRLES QUE WILLY NUNCA SE FUE SIEMPRE ESTARA CON NOSOTROS
ResponderEliminarDr. De Noriega,
ResponderEliminarBastante claro.
Luego de los años todo se logra esclarecer.
az
Exelente informe muy pormenorizado como todo periodista, eso lo digo porque fui Reportero grafico del Diario de Marka despues del asesinato con los directores como Carlos Angulo y Sinesio Lopez, como otros mas que no recuerdo su nombre.
ResponderEliminarAhora soy historiador ya deje la camara hace mucho tiempo y me dedico a lo mio pero leer estas notas te hace retrocerder en el tiempo como si fuera ayer, si es bien cierto Willy nunca has muerto sigues vivo en el corazon de los buenos reporteros.
Gracias
Walter Quispe Castro