Tres veces al año-puntualmente- las calles de Nápoles se tornan solitarias, vacías. El bullicio y la intensa actividad propios de la ciudad italiana, desaparecen por completo. Casi todos los habitantes, desde las autoridades, ciudadanos, ricos pobres, humildes de toda clase y condición, están agolpados en la Basílica de Santa Clara, donde- en uno de los altares- hay un recipiente con el cráneo de San Genaro.
Allí los fieles rezan piadosamente con la mirada fija en esa vasija de regular tamaño. Los creyentes aseguran que anualmente se registra la licuefacción de la sangre del santo y de ello depende la alegría, la tragedia, el triunfo y el avance hacia el progreso de esa urbe europea.
Lo que exactamente ocurre es que en la urna que contiene la cabeza del mártir cristiano con la sangre solidificada y al empezar los rezos, ese elemento normalmente sólido y de color negruzco, se vuelve líquido y rojizo al aumentar su volumen considerablemente.
Eso es lo que los fieles denominan, sin ninguna duda, milagro. Es decir, el cambio del fluido bruscamente de un color tenue a un tono, oscuro. Es mas, vivo, reluciente. Que algo pasa es realmente cierto y lo han visto muchísimas personas a lo largo de centenares de años
En cada oportunidad, la multitud creyente emite ensordecedores gritos de alegría y ora con más fervor. Simultáneamente en Pozzouli, en una porosa piedra de mármol situada donde el santo fue decapitado aparecen manchas rojas. Los milagros, según lo sostienen los creyentes, ocurren desde 1389.
Caben varias preguntas: ¿Sí los hechos descritos son milagros, ilusiones colectivas o simple misticismo? ¿Está probado que la sangre puede licuarse? ¿El ánfora contiene sangre pura o hay otras sustancias? ¿Un elemento orgánico puede ser inmortal?
San Genaro.
San Genaro.
MILAGRO Y DECAPACITACION
Los llamados milagros de San Genaro mantienen perpleja a la ciencia y hasta ahora no se ha llegado a una situación determinante con una explicación clara y tajante. Claro está que hay seguidores y por supuesto detractores.
San Genaro nacido en Nápoles, miembro de una aristocrática familia italiana, era Obispo de Benevento, en la región de Campania Italia. Entonces, en el siglo III, Diocleciano acababa de decretar contra los cristianos la persecución que lo hizo famoso.
El Obispo y dos diáconos fueron apresados y llevados al anfiteatro de Pouzolli para ser devorados por las fieras. Pero éstas, según cuenta la tradición, se resistieron. A este hecho en sí, los creyentes le pusieron un nombre específico: el primer milagro de San Genaro, quien con el tiempo se convirtió en el patrón católico de Nápoles.
Las autoridades romanas, ante tal situación, decidieron decapitar a los tres cristianos. Las muertes trajeron como secuela efectiva y concreta de que 5 mil paganos se convirtieron al cristianismo.
LAS EXCEPCIONES
Los fieles enterraron a su obispo el año 305 entre la sulfatura y el cráter de Agnano. Una humilde y buena mujer guardó la sangre en una ampolla. En 1389, muchísimos años después, los restos de San Genaro fueron trasladado a Nápoles.
Allí en esa ciudad italiana se pudo comprobar, de acuerdo a las versiones de los cristianos, que la sangre se licuaba como exactamente si ese mismo día acabase de emanar del cuerpo Muchos aseguran que la transformación es impresionante.
El fenómeno se produce el sábado, víspera del primer domingo de mayo. El 19 de setiembre, aniversario del martirio. Y el 16 de de diciembre, recuerdo de la consagración del santo. Se origina también en otras circunstancias excepcionales: cuando algunas personas desean besar la reliquia, cuando se hace alguna reforma en el relicario y en vísperas de un problema serio, calamidad o guerra.
Para los tres milagros de fecha fija, la sangre se licua totalmente. Hay la creencia que si permanece sólida, este augurio puede convertirse como siniestro. Muchos creen que cuando no se da la licuefacción en Napoles hay catástrofes.
Dentro de esta tónica se recuerda que ello ocurrió en 1569 cuando imperó el hambre. Lo mismo pasó cuando la peste de 1527 y al presentarse el cólera en 1897. También se dice que, por esta razón en 1941, predominó la guerra y la desgracia.
La ceremonia de la licuefacción es presidida por el Cardenal y en la Basílica, los asistentes, demuestran mucha fe. Las parientes de San Gerónimo su ubican en la primera fila. Se trata de piadosas mujeres que le dirigen al santo invocaciones vehementes. Una de sus oraciones dice textualmente: “Oh gran santo, rostro de oro, aumenta nuestra fe”. Para los creyentes, Genaro es un santo del paraíso que transmite la voluntad de Dios.
LA CIENCIA
La licuefacción ha sido estudiada desde remotas épocas. A partir de 1659 hasta nuestros días, los científicos aceptan o niegan el fenómeno, por un lado; pero por otro, los teólogos lo tipifican como milagro.
En 1902 se comprobó que el volumen de la sangre cambia, se transforma: en mayo aumenta y en setiembre disminuye. El pesado de la vasija reveló, de una a otra vez, una modificación de 26.99 gramos correspondientes a una disminución de volumen de 23 a 24 centímetros. La misma experiencia dio los mismos resultados dos años más tarde.
Toda posibilidad de sugestión colectiva o superchería es descartada por el científico francés Hubert Lercher en su libro ¿Puede la sangre vencer a la muerte? Y eso es, precisamente, lo que está en duda para preguntarse si la sustancia contenida en la ampolla es efectivamente dicho elemento.
Lercher explica: “la licuefacción se produce porque los aceites y bálsamos contenidos en el organismo humano en estados excepcionales dependientes del género de vida que ha llevado el individuo son susceptibles de precipitar la evolución del medio interior de la sangre”.
Hay otra explicación. Este comportamiento es habitual en fluidos denominados no-newtonianos, en particular en los materiales denominados pseudoplásticos, que se comportan como sólidos cuando están en reposo y se vuelven más fluidos al someterse a algún tipo de esfuerzo. Tales afirmaciones fueron publicadas en 1991 en la revista Nature.
Desde el punto de vista religioso, El Vaticano que aún no ha dado opinión oficial sobre la licuefacción, recomendó practicar un análisis espectroscópico. La prueba demostró que el contenido es realmente sangre.
EN EL PERU
Muchos especialistaas peruanos afirman que el fenómeno no tiene validez científica. Para tener validez se necesita que esto se de en todo el mundo y no sólo en Nápoles. Como católicos creen en el milagro. Pero como profesionales discrepan. Una cosa es la ciencia y otra la fe.
Uno de los testigos del milagro fue uno de los Cardenales del Perú y Arzobispo de Lima que ya murió, Juan Landázuri Ricketts. En una oportunidad, cuando aún ejercía el cargo religioso dijo: “fue una dicha ver el milagro. Me sirvió para acrecentar mi fe. Dio luz a mis sentidos y me acerqué más a Dios. Para la Ciencia hay imposibles. Para la gracia divina, no”
Los católicos consideran que la licuefacción es un fenómeno sobrenatural hecho por Dios, con el fin de robustecer la fe para exaltar la figura del mártir Genaro, quien perdió la vida por amor a Cristo.
Según este punto de vista, el milagro es innegable. Ha sido visto y se repite a través de los siglos con la discrepancia de la ciencia y con el predominio de que es un fenómeno sobrenatural, propio de Dios y no de los humanos.
Teólogos y científicos seguirán en el futuro dando sus puntos de vista. Mientras tanto y esto es irrefutable, la sangre de San Genaro sufrirá los fenómenos en las fechas indicadas y jugará-como se ha visto- un papel importante, crucial en la vida de los cristianos napolitanos. Eso nadie lo puede negar
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