En las primeras
horas del 10 de Mayo de 1940, Alemania invadió los Países Bajos. Uno de los
primeros y decisivos éxitos de la Wehrmacht fue la conquista del fuerte de
Eben-Emael, considerado como la obra
fortificada más poderosa del mundo. Nadie había podido sospechar que para la
conquista de este fuerte se emplearían planeadores, aunque eran bien conocidas
las posibilidades de las tropas aerotransportadas y de los paracaidistas.
Habría sido prudente y en realidad, bastante sencillo, colocar obstáculos en
las partes más elevadas del fuerte para impedir o prevenir este tipo de
aterrizaje. Se cursaron órdenes en tal sentido, pero cuando el enemigo atacó
todavía no se habían llevado a cabo. Este fue un brillante éxito alemán.
Como fortificación
más septentrional de Lieja, Eben-Emael se encontraba en una situación
excepcional: dominaba el canal Alberto. Las carreteras que conducían a
Occidente desde Maastricht y, sobre todo, los dos altos puentes de vital
importancia que atravesaban el canal en Vroenhoven y Weltwezelt.
Las obras de
defensa que se extendían a lo largo de unos 700 metros de Este a Oeste y 900
metros de Norte a Sur, estaban constituídas
por un impenetrable conjunto de posiciones artilleras y de infantería,
emplazadas de modo que pudieran apoyarse entre sí y con una defensa exterior
cuidadosamente construida en todo su perímetro. A lo largo del lado
nororiental, una abrupta escarpa de 40 metros sobre el canal garantizaba la
seguridad más absoluta.
En la parte
noroccidental se habían elevado las aguas del río Jeker a su nivel máximo
mediante obras de ingeniería, a las que para mayor seguridad, se les había
añadido una trinchera elevada. Al oeste y al sur, donde el terreno circundante
estaba casi al mismo nivel de las fortificaciones, éstas se habían protegido
con amplias zanjas y con muros de 4 metros de altura como mínimo.
Los soldados con cascos y armamentos en plena lucha
Los soldados con cascos y armamentos en plena lucha
En 1940 la posibilidad de una rápida ruptura del
frente por el Ejército alemán entre Roermond y Lieja, dependía del hecho de poder neutralizar
rápidamente estas defensas fronterrizas. Por esta razón era imprescindible
apoderarse de los puentes sobre el Canal Alberto antes de que sufrieran daños y
poner fuera de combate a Eben-Emael.
Teniendo en cuenta
los preparativos del Ejército belga, no sería posible conseguir ninguno de
estos objetivos empleando sistemas de guerra ortodoxos, ni siquiera recurriendo
a las tropas paracaidistas. Por lo tanto, el mando alemán decidió utilizar
planeadores de transporte capaces de acercarse a las posiciones enemigas de un
modo silencioso e invisible a la media luz del alba. Como hasta entonces no se habían
empleado nunca en tal amplia escala como medio de combate, tendrían a su favor el importante “factor sorpresa”.
Pero para que este
factor sorpresa fuera efectivo era indispensable que los planeadores aterrizaran en el mismo instante en que el
Ejército alemán comenzará a cruzar la
frontera. Por lo tanto, el Ejército debía establecer el momento de su ataque
adaptándose a las exigencias, y sólo después de mucho insistir consintió
en dar la prioridad a un medio tan poco conocido y hasta entonces nunca
experimentado.
Ante todo, existía
el peligro de que la misión fracasara si los atacantes experimentaban grandes
pérdidas durante el despegue, el vuelo, el aterrizaje y, sobre todo, durante el
período crítico en que las tropas aerotransportadas se encontrasen dentro del
alcance de las armas de la infantería enemiga. No obstante, este periodo
crítico podía reducirse, empleando frenos aerodinámicos y paracaídas de
frenaje. Además, con planeadores que poseían un ángulo de plano mínimo de 1:12,
soltándose a una cota de 2,000 metros y a una distancia de 24 kilómetros del
objetivo, un piloto experto podía
aterrizar dentro de un radio de 20 metros de un punto preestablecido.
Cúpula del Fuerte Eben- Emael
Cúpula del Fuerte Eben- Emael
La mision de
expulgar Eben-Emael y ocupar los puentes del Canal Alberto se encomendó al
destacamento de tropas de asalto “Koch” formada en Hindelscheim en Noviembre de
1939, bajo las órdenes del Capitán Koch. La unidad estaba constituida por la
primera compañía del Primer Regimiento de Paracaidistas, el destacamento de
zapadores paracaidistas de la Divisón Aerotransportada 7, la unidad de
planeadores de treansporte, un destacamento de balizaje y reflectores y una
pequeña unidad del campo de aviación. A estos contigentes se añadía una unidad
de Ju 52 destinada a efectuar el arrastre. La misión de la compañía de
paracaidistas era apoderarse de los puentes de Vroenhoven de Welwzeft y de Canne. El ataque a la fortaleza de
Eben-Emael se encomendó al destacamento
de zapadores de asalto.
Durante seis meses
se había concedido a esta operación una prioridad absoluta. El secreto era
cuestión vital, puesto que el éxito-más aún la supervivencia- dependía del
hecho de sorprender al enemigo. A todos se informó de ello y a veces tuvieron
que someterse a especiales y drásticas medidas: el adiestramiento, los detalles
del equipo, los procedimientos tácticos y el objetivo tenían que mantenerse en
un secreto absoluto.
Algunos no supieron
el nombre de la fortaleza hasta después de haberla tomado. No se concedió a
nadie licencia alguna y se prohibió entrar en contacto con individuos de otras
unidades. El destacamento cambió continuamente de localidad, bajo diversos
nombres supuestos y se suspendieron todos
los distintivos de paracaidista y los uniformes. Hasta las prácticas con los
planeadores en la zona de Hildesheim, se realizaron a escala muy reducida. Los
planeadores se desmontaron después, se transportaron a Colonia y se montaron de
nuevo en hangares rodeados de alambrados y vigilados.
Asignaron a la
misión 11 planeadores y a continuación, cuando el plan llegó a una fase de
elaboración más avanzada fue necesario subdividir el destacamento en 11
pelotones de 7-8 hombres cada uno. Cada pelotón tenía que apoderarse de las
plataformas de artillería o de dos casamatas y estar preparado, además, para
sustituir a cualquier otro que hubiese quedado fuera de combate.
Mapa con la ubicación de la fortaleza Eben-Emael
Mapa con la ubicación de la fortaleza Eben-Emael
El día X se aplazó
varias veces, pero esto no influyó en la moral ya que todo el tiempo los
alemanes aprendían y experimentaban nuevos procedimientos técnicos. Además de
los lanzallamas y de las escalas de asalto desmontables, el equipo incluía 2.5
toneladas de explosivos. Se trataba especialmente de cargas huecas que se
usarían por primera vez en Eben-Emael para hacer saltar los “bunkers”.
Asimismo los
hombres del destacamento de asalto tenían en dotación las siguientes armas:
seis fusiles ametralladoras, fusiles automáticos, granadas de mano, pistolas,
granadas fumígenas, útiles de trabajo y
una radio. Un último hallazgo, que indica lo cuidadosamente que se había
preparado esta operación, detrás del canal Alberto, numerosos muñecos vestidos
de uniforme. Como se había previsto, esto creo gran confusión en las manos
belgas.
Después de seis
meses de reclusión, resultó una liberación escuchar la señal de alarma en las
primeras horas de la tarde del 9 de Mayo. De acuerdo con lo previsto, el
destacamento de asalto “Koch” se reunió en los aérodromos de Colonia-Ostheim y
de Colonia-Butzweilerhof y cuando cayó la noche, los aviones encargados de
efectuar el remolque de los planeadores salieron a la pista, se engancharon
estos últimos y cada uno ocupó su puesto.
El despegue se realizó a las 4.30 horas. El
momento se había elegido con toda precisión para que lo grupos de asalto
aterrizaran simultáneamente a las 5.25 en los puentes y en Eben-Emael, cinco
minutos después de que el Ejército cruzara la frontera. Los planeadores
despegaron en la oscuridad más absoluta e iniciaron su viaje nocturno, una
empresa realmente extraordinaria.
Entre una ligera
neblina, a través de la cual apenas se podían divisar los contornos de las
fortificaciones, nueve planeadores aterrizaron en el fuerte Eben-Emael. Dos se
habían perdido durante el vuelo. Cuando
se acercaban entraron en acción las ametralladoras antiaéreas, pero en cuanto
tomaron tierra, los pelotones se lanzaron al ataque al mando del segundo jefe
que sustituyó temporalmente al comandante del destacamento.
Todos los hombres
habían sido perfectamente adiestrados para la consecución de sus misiones
específicas y para la realización de las órdenes que, dada la exiguidad
numérica del destacamento era necesario ejecutar del modo más escrupuloso.
Después de un estudio preventivo de la acción, basado en fotografías aéreas y en un mapa en relieve de la zona
realizado a escala, el ataque inicial debía limitarse a las instalaciones
centrales. Primero, era preciso destruir todas las armas de infantería y las
ametralladoras antiaéreas que se hallasen al descubierto. Después, las piezas
de artillería, sobre todo las que estaban orientadas en dirección norte.
La trinchera en la montaña que cruza el canal Alberto
La trinchera en la montaña que cruza el canal Alberto
La rapidez era de
una importancia vital. Por cuanto todo lo que no se consiguiese hacer en los
primeros 60 minutos después imposible por la creciente eficacia de la defensa
enemiga. Lo primero que se capturó fue la posición antiaérea número 1. Los
ocupantes de la casamata 2 opusieron cierta resistencia, pero en seguida se los
redujo al silencio. En los primeros diez
minutos, los pelotones atacaron
con éxito absoluto nueve obras ocupadas y defendidas, si bien la 7 comenzó más
tarde a hacer fuego desde la cúpula enterrada.
Se colocaron cargas
en siete de las cúpulas acorazadas, cinco de las cuales estallaron con éxito total.
Se destruyeron nueve cañones de 75 mm en
tres casamatas, mientras que en la obra 8 se inutilizaron por completo dos
cañones gemelos.
La misión final en
Eben-Emael era irrumpir en los accesos fortificados y efectuar el ataque en la
parte subterránea del fuerte, manteniéndose en las posiciones conquistadas
hasta la llegada de refuerzos. Tras unas horas de ligeros combates, se
consiguió localizar los accesos y penetrar en las organizaciones ya capturadas.
Pero entonces las baterìas belgas comenzaron a batir las posiciones contrarias,
mientras la infantería lanzaba contra los alemanes repetidos ataques
Durante la tarde y
la noche explotaron grandes cargas en el fondo de los pozos de salida bajo las
instalaciones 3, 4 y 6. Cada pozo tenía unos 40 metros de profundidad y estaba
defendido por obstáculos formados por carriles y sacos: las explosiones
resultaban muy aparatosas en aquellas estrechas galerías.
Mientras tanto, las
unidades de asalto aterrizadas en Vroenhoven y Veltwezelt cumplieron con éxito
su misión. Se apoderaron de los puentes intactos y, con la ayuda de
ametralladoras, los defendieron eficazmente.
Pero en Canne, los
belgas habían conseguido volar el puente. En esa zona los paracaidistas
alemanes se vieron obligados a sostener duros combates durante todo el día. Lo
que impidió atravesar el canal a un batallón de zapadores que se había enviado
en ayuda.
Los intentos de
atravesarlos en botes de goma eran prácticamente irrealizables a causa del
fuego de la posición artillera 15, situada junto al Canal. Después de muchos
esfuerzos se conseguió neutralizar parcialmente esta posición, colocando cargas
explosivas a fin de bloquear, con humo y tierra, las troneras de la cúpula de
observación.
Entrada principal al fuerte
Entrada principal al fuerte
A las 7 del día 11
de Mayo, un pelotón avanzado de zapadores, al mando del sargento Portsteffen,
después de cruzar en un bote de goma el canal frente a la posición artillera
14, llegó finalmente al fuerte. En seguida aquellos hombres silenciaron la
citada posición. Así quedaba libre el camino y todo el batallón de zapadores
pudo entrar en el fuerte A mediodía, otras tropas consiguieron trepar por la
escarpa occidental. Las últimas
posiciones belgas dejaron de hacer fuego. La guarnición había capitulado.
Según fuentes
belgas, en el momento del ataque al fuerte sólo se encontraban 750 de los 1200
hombres que constituían su guarnición. Al parecer el 15% estaba de permiso y
los restantes acantonados en los pueblos vecinos. Muchos llegaron más tarde.
Los belgas tuvieron
23 muertos y 59 heridos, en tanto que de los 85 zapadores alemanes que entraron
en acción el 10 de Mayo, 6 resultaron muertos y 15 heridos, sin contar las
heridas recibidas por algunos al momento del aterrizaje.
En la historia militar, el asalto de Eben-Emael fue el
primer ataque de zapadores de asalto realizado desde el aire. Su éxito se debió
a la eficacia y entusiasmo de estos soldados paracaidistas, a las nuevas armas
y a los sistemas de transporte empleados, a la minuciosa preparación, a la
participación de la Luftwaffe y a una organización de mando sencilla y funcional. (Tomado,
editado, condensado y resumido de la revista “Asi fue la Segunda Guerra
Mundial")
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