Brüning se sintió atraído por el
fastuoso y oculto pasado prehispánico del Perú ya desde su llegada, visitando
la cálida costa de Lambayeque. En ella pasaría medio siglo, toda una vida,
excavando fatigantes cerros, tomando fotografías, buscando restos cerámicos,
recopilando datos lingüísticos, explorando la difícil geografía: en fin,
reconstruyendo los secretos de una sorprendente civilización de la que hoy,
gracias a sus esfuerzos, todos los peruanos podemos sentirnos, justamente,
orgullosos.
Enrique J. Bruning
Enrique J. Bruning
Recién llegado, el joven e
inquieto científico alemán visita Puerto Eten y la hacienda Pátapo, donde
estaba planeado que ejerciera su profesión. Los gigantescos ingenios de Palpa y
Laredo lo vieron también pasear su alta y curiosa figura, que a la eficiencia
profesional aunaba un creciente interés por los diversos testimonios históricos
hallados al paso. El arqueólogo Walter Alva refiere que fue en esa etapa
inicial de su primera estadía peruana cuando despertó en Enrique Brüning la
inconfundible vocación del excavador, motivándolo a realizar, por cuenta
propia, osadas búsquedas.
METODOLOGIA
Fotógrafo aficionado y buen
dibujante, Brüning incorporó pronto a su metodología los últimos avances
europeos, haciendo los primeros planos estratigráficos que se vieron en el Perú
y tomando impresionantes vistas que hasta hoy llaman la atención a los
entendidos. Así fue que descubre, en Sacachique, dos columnas de la etapa formativa de la
civilización Mochica, y así fue que pudo presentar al mundo, ya en 1884, el
primer documento gráfico de Caballo Muerto, santuario religioso hasta entonces casi desconocido.
El ya connotado arqueólogo regresó
a su patria en 1897, aprovechando la oportunidad para adquirir mayores
conocimientos técnicos. De regreso al Perú mantendría, a partir de ese momento,
importante correspondencia con Max Uhle, Clemente Markham, Brause, Bandelier,
Gonzáles de la Rosa, entre otros. Y por esa época tras el primer viaje, habría
de instalarse definitivamente en Lambayeque, abandonando la profesión original
para dedicarse de lleno a las investigaciones.
TRABAJOS
Sus trabajos abarcaron una amplia
zona geográfica, cubriendo los numerosos valles de la región con paciencia y
método germánicos. En Olmos, Motupe, Chotuna, Chornamcap, Siroternica,
Ferreñafe, Tumán, Pátapo, Chongoyape, Zaña y en muchos otros parajes realizó
una detallada observación, levantando planos, recogiendo ricas muestras de
orfebrería, ilustrando tumbas, etc.
La Cultura Mochica
La Cultura Mochica
Del mismo modo cuando Antonio
Mesones Muro, el Hombre del Marañón, planificó su travesía destinada a probar
que la ruta más factible entre la Costa y la Selva nor-oriental pasa por el
abra de Porculla, Brüning estuvo entre sus más fervorosos partidarios. Y cuando
Mesones Muro, su amigo personal, se embarcó en el viaje el año de 1902, el
alemán iba acompañándolo. Brüning tomó nota, entonces, de diversos referentes
climáticos, geográficos y botánicos en una zona todavía virgen, recogiendo al
mismo tiempo un valioso material etnográfico sobre los aguarunas, a los que fotografía
profusamente.
Estas informaciones le sirvieron,
un año más tarde, para elaborar un visionario artículo sobre el tema en el que
recomienda “…anotar cuentos y costumbres, dichos y toda manifestación popular
por insignificante que pareciera, avizorando el creciente proceso de desintegración
y mezcla de los últimos rezagos de las primitivas etnias lambayecanas”. Por
entonces Brüning estaba instalado en su apacible casita de la calle Dos de Mayo
en Lambayeque y se dedicaba a continuar sus estudios de los mochicas.
DIARIO
Entre 1906 y 1908, tras publicar
su diario de viaje al Marañón, la figura del desgarbado científico alemán se hizo
familiar en los pueblos de Eten y Monsefú, a los que acude para entrevistarse
personalmente con los ancianos en busca de auténticos habitantes Muchik, una
lengua en rápido trance de extinción. Como había enseñado, recoge allí cuentos
y narraciones, consejas, todo el legajo oral de una cultura que estaba viendo
morir. Estas investigaciones realmente pioneras hubieran bastado para abrirle
un lugar de privilegio en la historia de la ciencia peruana, como reconoció
oportunamente Raúl Porras Barrenechea.
Fruto de ellas fue el notable ensayo “La lengua de Eten”. Lamentablemente, sin
embargo, todo el material coleccionado por Brüning se perdió en Alemania, durante
la Segunda Guerra Mundial.
Mapa del predominio Moche
Mapa del predominio Moche
La obra más ambiciosa de Brüning tardaría
aún varios años en aparecer. Para ella, el inagotable investigador estudió no
solamente documentos arqueológicos sino las fuentes escritas de la rica
historia regional: actas, legajos, partidas, censos, títulos, ordenanzas e
inventarios levantados desde los primeros días de la Colonia, con el fin de
completar su panorama. Estudios monográficos del departamento de Lambayeque,
escritos en 1922, y publicado en cuatro gruesos tomos, constituye un aporte sin
precedentes al estudio histórico del norte peruano, por su pluralidad de
perspectivas y su monumental realización, así como el estricto rigor en el
manejo de sus fuentes, vivas o no.
ANCIANO
Para entonces Enrique J. Brüning
era un sabio anciano, empobrecido y enfermo. Con la intención de regresar a su patria
para, finalmente, descansar, vendió en 1925 su colección personal al gobierno
de
Leguía. Tenía entonces 77 años. Su cuerpo agotado dejaría de existir en 1928 en la ciudad de Kief, en la que había establecido apasionado contacto con otros peruanistas veteranos y realizado intensa labor de difusión cultural.
Leguía. Tenía entonces 77 años. Su cuerpo agotado dejaría de existir en 1928 en la ciudad de Kief, en la que había establecido apasionado contacto con otros peruanistas veteranos y realizado intensa labor de difusión cultural.
Aquella colección vendida, sin
embargo, es hoy el principal homenaje que el Perú le rinde a uno de sus más insignes hijos adoptivos. Desde su llegada y con el objetivo
ideal de formar algún día un museo de amplias dimensiones, Brüning había
recolectado piezas de gran valor arqueológico, clasificándolas y estudiándolas
con su habitual meticulosidad. En 50 años tales piezas llegaron a sumar un número
de 5,000, en materiales como el cobre, la
cerámica, la textilería, el oro y la plata, mudo testimonio de pasados
esplendores que hoy no nos queda sino admirar.
Personajes de la civilización norteña.
Ese es el tronco mayor del actual Museo Brüning,
edificado casi a la entrada de Lambayeque, quizá el más valioso museo regional que
existe en el Perú y monumento adecuado para un hombre que le entregó toda la
vida a la pasión por lo nuestro, con voluntad y amor incomparables e impagables
(Jorge Donayre Belaúnde)
Personajes de la civilización norteña.
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