Juliana, de 17 años, habría de
contar más tarde su odisea en la selva tras salvar milagrosamente la vida y
quedar como único testigo de la desgracia. Su madre, sin embargo, no corrió la
misma suerte. El cine y la literatura han dado sus versiones de la aventura
vivida por la valerosa adolescente, pero pocos atienden a María Koepcke, su
progenitora, que quedó entre los restos del avión. La ciencia peruana la
recuerda, o debería recordarla, como una de las más apasionadas ornitólogas que
hayan pisado nuestro suelo y lamenta su muerte por la pérdida, absurda e
irremediable, de una personalidad entregada al estudio de las bellas aves que
surcan los cielos de la Amazonía.
María Emilia Ana von Mikulicz-Radecki
llegó al Perú en 1950. La había llamado su novio Hans, contratado por el Museo de Natural Javier
Prado, prometiéndole una oportunidad única para la aplicación de sus
conocimientos científicos “en un país verdaderamente maravilloso”. Ambos eran
catedráticos en la Universidad de Kiel, en la que dejaron promisorias carreras
académicas para vivir, en carne propia, la aventura del estudio en plena selva.
Maria Koepcke
Maria Koepcke
DIVERSIDAD
A los pocos meses de su llegada
María casó con Hans y ambos comenzaron a trabajar en los laboratorios del
Museo. Para una ornitóloga ferviente como la señora Koepcke, el Perú era en
verdad un país privilegiado. Se estima que en el mundo entero existen 8,500
especialidades de aves. 1,536 de ellas,
algunas con carácter de exclusividad, habitan nuestro espacio geográfico. Es
decir, casi la quinta parte del total. Sólo el Perú tiene registrada más
especies que Europa entera, por la fabulosa diversidad de los ambientes
naturales que aquí pueden encontrarse, propicios al desarrollo de las más
variadas formas de vida animal y vegetal.
Si Hans había quedado deslumbrado
con el país tan pronto como llegó, tanto él como su esposa supieron convertir
ese deslumbramiento en amoroso estudio, sacrificada dedicación científica.
Asentados en Lima inicialmente, centraron aquí sus primeros trabajos. Provista
de redes y cuadernos, María penetró en los bosques de Zárate, más allá de San
Bartolomé. En esa zona, puerta de entrada a la sierra central, encontró un
pajarillo de brillante plumaje, movimientos rápidos y aspecto travieso para el
que no encontró clasificación alguna entre los existentes. De modo que, al
comenzar sus labores, había descubierto una especie nueva, a la que llamó
Zaratornis, ave de Zárate.
VIAJES
María Koepcke y su esposo se
dedicaron entonces a viajar por el Perú. La ornitóloga germana había escrito un
libro sobre las aves limeñas, que fue traducido a cinco idiomas y en el cual
incluía sus propios dibujos y fotografías. Con ello cobró pronto y merecido
prestigio en los círculos especializados y pudo dedicarse a trabajos de campo.
Para estos trabajos solía
llevarse un lente prismático, con el cual escrudiñaba los cielos. Cuando
localizaba un ave nueva, o cuando quería estudiar más detenidamente una
determinada especie, la cazaba en sus redes, curtía la piel y la clasificaba
para observaciones de laboratorio. Si no le era posible darle caza, la dibujaba
con habilidad de artista o sacaba de ella placas fotográficas.
Juliana: la única sobreviviente del accidente de aviación
Juliana: la única sobreviviente del accidente de aviación
María Koepcke era descendiente
directa de la más alta nobleza polaca. Había nacido el 15 de Mayo de 1924 en
Leipzig, hija de un destacado maestro universitario. Durante la infancia
recibió la educación correspondiente a una niña de su alcurnia con clases de
piano y de dibujo. Estas, luego, le servirían de gran utilidad, como sabemos.
María acudió a distintas
universidades para especializarse en Ornitología. Estrasburgo, Giessen y Kiel,
en la que finalmente obtuvo el doctorado, le abrieron sus aulas y la
vieron brillar como magnífica estudiante.
Paralelamente María desarrolló sus aptitudes artísticas estudiando los secretos
de la decoración en prueba de lo cual tenemos el estupendo Diorama que, obra
suya, adorna la sala de ornitología del Museo de Historia Natural.
Hans Koepcke
Hans Koepcke
REVELACION
La llegada al Perú, y los
permanentes recorridos por el interior de este país, tuvo en la joven estudiosa
la fuerza de una revelación. Se prendó
inmediatamente de nuestra múltiple fauna y jactándose con frecuencia de haber
visitado inhóspitos parajes sólo conocidos anteriormente por viajeros tan
incansables como Raimondi o Weberbauer.
María Koepcke llegó a conocer tan bien las aves peruanas que, durante su
vida, acudió numerosas veces a coloquios, seminarios y congresos internacionales en representación
de la ornitología nacional. Así el mundo científico le concedió numerosas
distinciones y premios. Adicionalmente, sus libros fueron ampliamente
difundidos.
Como resultado de su viaje y de
sus estudios, María Koepcke publicó veintidós trabajos en alemán, inglés y
español sobre las aves peruanas y once sobre la fauna y el medio ambiental
nacional, redactados conjuntamente con su esposo, especialista en
ecología.
Maria Koepcke fue viajera,
cazadora, coleccionista, dibujante y fotógrafa. Nos ha legado una obra
monumental y sorprendente, resultado de la observación directa de más de mil
especies propias de nuestro ecosistema, a las cuales dedicó su existencia
entera. El día del trágico accidente que segó su todavía joven vida, murió con
ella una figura importantísima de la
ciencia peruana en el siglo XX, pero murió, no podía ser de otro modo, como
viven sus amadas y hermosas aves: tras un raudo, fulgurante vuelo por los
cielos azules de la selva amazónica (Jorge
Donayre Belaúnde)
Felicitaciones por recuperarlo al Cumpa Donayre, al que el Perú le debe un monumento o una plaza con su nombre y también la buena semblanza de Laura Restrepo y la historia de La conquista de Noruega.
ResponderEliminarSaludos.
Victor
Juliana continúa desarrollando investigaciones científicas en la selva peruana, a la que ama profundamente. Actualmente está en Lima.
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