Cuatro especialidades y cualidades de
renombre en una sola calidad total innegable. Escritor, abogado, economista y
diplomático. Galardonado y premiado varias veces. Nacido en Panamá, pero de
origen enteramente mexicano. Político múltiple
que osciló entre posiciones principistas y apoyos momentáneos a Fidel Castro, a quien también muchas veces criticó. Hombre pulcro,
espléndido y elegante. Vigilado y
controlado por Estados Unidos, cuyas autoridades migratorias le expresaban a
cada rato desconfianza. Sin embargo, a punta de inteligencia, impuso su
capacidad y enseñó en prestigiosas universidades norteamericanas. Encontró el
amor y lo sembró hasta el final de sus días. Aficionado al cine y guionista de sus obras llevadas con coherencia y precisión
al séptimo arte. En cuanto a Literatura que era su fuerte, una figura
indiscutible del llamado boom de la
narrativa latinoamericana.
Pero al mismo tiempo un intelectual que cuestionó
durante toda su vida a su país, por su mal entendido nacionalismo y ser incapaz
de construir una democracia realmente auténtica. Mientras que desde la escritura,
encaminó a la narrativa española hacia la modernidad. Todo eso y mucho más era Carlos Fuentes Macías, singular
personaje de la creación, la inspiración y el talento.
Consideraba a la lengua “como un río
caudaloso a veces, apenas un arroyo otras, constantemente dueño de un cauce.
Toda una profusa corriente de oralidad que corre entre dos riberas: la memoria
y la imaginación”. La definición pertenece enteramente al autor.
Amante del idioma en que escribía.
Llegó a decir que su lucha por conservar el castellano duró toda su niñez, pues
tuvo “a punto de perder su expresión nativa cada 24 horas”. “El habla quería decir
para mi nacionalidad. Un conjunto opresivo de significados siempre a luchar y
reconquistar”, apuntó con precisión muchas veces.
Carlos Fuentes.
Carlos Fuentes.
MODERNISTA
Considerado el fundador de la novela
modernista en México, el intelectual cursó estudios superiores en la
Universidad Nacional Autónoma de su país (UNAM) y en el Instituto de Altos
Estudios Internacionales de Ginebra en Suiza.
Había nacido el 11 de Noviembre de
1928 y falleció a los 83 años en la ciudad de México, el 15 de Mayo del 2012,
debido a una hemorragia masiva originada por una ulcera gástrica. Sus restos
fueron cremados y depositados,
posteriormente, en el Cementerio de Montparnasse de Paris. De acuerdo a su
pedido y voluntad plena. El hecho en sí dio lugar a una serie de críticas, sobre todo de
parte de quienes lo conocieron que no concebían tal decisión. Lo querían para
siempre en México.
Su padre era diplomático y, por esa razón, el
escritor pasó su infancia en diversas capitales de América como: Montevideo,
Washington, Santiago de Chile, Quito y Buenos Aires. Los veranos los pasó cotidianamente
en la capital mexicana, estudiando en escuelas para no perder el idioma y
conocer a fondo, como lo hizo, la historia de su país.
OBRA
Admirador de autores entre los cuales
figuraban los británicos D. H Lawrence (1885-1930) y Aldous Huxley (1894-1963).
Consideraba pertinente la ficción para responder a las preguntas de cómo éramos
y cómo seremos. En buena cuenta, conocer el mundo desprovisto de la
racionalidad.
“Ni la ciencia, ni la lógica, ni la política
nos darán una respuesta. Tampoco nos la dará la novela. Lo que hace la novela
es plantear la pregunta de una manera equívoca, de una manera cómica,
transgresiva que las otras disciplinas no nos permiten”, llegó a decir.
A su obra narrativa la llamó la “Edad
del Tiempo” y allí incluye títulos saltantes: “Los Días Enmascarados” (1954), “La Región Más Transparente” (1958), “La Muerte de Artemio Cruz” (1962), pieza que narra la agonía de un empresario mexicano
en su lecho de muerte. Recordando su pasado de combatiente revolucionario, la
traición de sus ideas, su conversión en un poderoso caudillo y, finalmente, en
un corrupto millonario.
Asimismo “Gringo Viejo” de corte histórico (1885), “La Silla del Aguila” (2003) y “La
Voluntad de la Fortuna” (2008), sobre la violencia ligada con el
narcotráfico. Entre sus ensayos destacan títulos como: “Cervantes o la Critica de la Lectura” (1976) “Los 68” (2005) y ”La Gran
Novela Latinoamericana” (2011).
De su autoría es “Aura”, una historia de corte fantástico donde un joven estudiante
oficia de traductor para una amorosa viuda de un militar que vive en una vieja
y oscura casa con su nieta, tan fascinante como misteriosa. Esta obra la
quisieron censurar, acusándola indebidamente de pornográfica durante el
gobierno de Fox. Qué barbaridad.
EMBAJADOR
Salió de su pluma “Cambio de Piel”, novela vanguardista y compleja. A su vez otra de
ellas, “Tierra Nostra”, donde retrata y explica el concepto mismo de
hispanidad en su conjunto a través de la historia con realidad y ficción, animados
con personajes que cambian constantemente y encarnan en diversas personalidades
simultáneamente.
Incursionó en otros géneros como el
policial en “La Cabeza de la Hidra”
(1978). En “La Voluntad y La
Fortuna” (2008) y en “Adán en Edén” (2009). Hay una
preocupación constante del autor con la problemáticas históricas que afectan a
su país a través de los años. En la
variante fantástica, publicó novelas como “Una
Familia Lejana” (1980), “Instinto de
Inés” (2001) y “Vlad”.
Entre sus cuentos figuran: “Los Días Enmascarados”, Cartas de Ciegos”, “Agua Quemada”, El Día de las Madres”, “Las Dos Orillas”, “La Capitalina”, “Carolina Grau”, La Frontera de Cristal” y “Una Familias de Tantas”.
Embajador de su país en Francia,
delegado en numerosos organismos
internacionales y Profesor de las Universidades de Princeton, Columbia y
Harvard de Estados Unidos. Hablaba fluidamente el francés y el inglés.
Al lado de su nutrida biblioteca.
Al lado de su nutrida biblioteca.
DEFENSA
En el primer cargo abrió las puertas
de la embajada a los refugiados políticos latinoamericanos y a los de la
resistencia española. Renunció a la
diplomacia durante el gobierno de José López Portillo, en protesta por el
nombramiento como primer embajador de México en España del ex Presidente Díaz Ordaz, después de la
muerte de Francisco Franco
Como intelectual defendió al
Presidente Luis Echeverría de las acusaciones que lo señalaron como responsable
de la matanza de Corpus Christi allá por 1971, en medio de una polémica que
dividió a los pensadores mexicanos de la época entre quienes criticaban y los que apoyaban al gobierno bajo la
consigna “o Echeverría o el fascismo”.
En diversas ocasiones, habló
favorablemente de Fidel Castro aunque también le puso reparos. Elogió la
apertura que hizo en Cuba su hermano Raúl Castro. Amigos de hombres poderosos
como el presidente norteamericano Bill Clinton y el mandatario francés Jacques
Chirac. También de millonarios como
Alberto Cortina, magnate del Banco Zaragozano, José María Ollé, Alfredo Sáenz
del Banco Santander y muchos otros más.
En las elecciones de México del 2006,
acabó criticando duramente al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López
Obrador. Posteriormente, tras el gobierno de Felipe Calderón, cambió por
completo y apoyó a éste, para los comicios del 2012.
Sin embargo, poco antes de su muerte
calificó a todos los candidatos incluidos, Enrique Peña Nieto, actual Presidente,
y Josefina Vásquez Mota, como mediocres. La figura para él era Marcelo Ebrard,
el Jefe del Gobierno del distrito federal que ni siquiera se presentó.
GUIONES
Escribió guiones para numerosas
películas como “Las Dos Elenas”, “Un Alma Pura”,” Muñeca Reina”,” Vieja
Moralidad” y “Las Dos Cautivas”, basados
en sus cuentos. También “El Gallo de Oro” junto con García Márquez, novela de
Juan Rulfo.” Pedro Páramo” e “Ignacio”, pertenecientes all último autor.
Su novela “la Cabeza de la Hidra” fue
llevada al cine en 1981 bajo el título de” Complot Petróleo” y con un guión
hecho por el mismo. Su obra, “Gringo Viejo”, se filmó en 1989. Produjo la serie
televisiva, “El Espejo Enterrado”, de gran éxito en lares aztecas.
El año 2008, el escritor español, Juan
Goytisolo, dijo que logró, junto con García Márquez y el resto de los llamados
autores del “boom latinoamericano,” el entroncamiento de la literatura española con la modernidad,
después de que España dio la espalda a la cultura universal durante un siglo.
Nada más pero tampoco nada menos.
Frases celebres del insigne escritor.
BOXEADOR
Para el crítico literario mexicano,
Christopher Domínguez, “su obra es el conjunto más complejo y variado de la
narrativa mexicana” y en la misma estuvieron “todas las conquistas y tendencias
de la Literatura contemporánea”.
Señala que “el desarraigo” es el punto
de partida permanente de Fuentes, un escritor que llegó a describir su quehacer
literario como una lucha de un boxeador con las palabras, a las que siempre
trato de no dejarlas entrar en su acepción común y corriente.
Domínguez destaca entre toda su
producción, la novela “Terra Nostra”
(1975), como “el único de sus libros que puede ser leído más allá del horizonte
mexicano y sostiene que es la novela que lo sobrevivirá.
Tal obra, según esta opinión, está hermanada con “Rayuela” de Julio
Cortazar, “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez y “Conversación en
la Catedral” de Mario Vargas Llosa. Lo mejor del escritor mexicano.
Sobre la transición que comenzó el año
2,000 en México con la llegada al poder
de Vicente Fox de la mano del conservador Partido Acción Nacional (PAN),
Fuentes dijo que el mandatario “llegó con una ola de entusiasmo renovador que
nunca se podía cumplir”.
Con su segunda esposa y sus hijos que fallecieron antes que él.
Con su segunda esposa y sus hijos que fallecieron antes que él.
PREMIOS
En ese mandato que duró hasta el 2006 hubo,
de acuerdo al escritor, un “gobierno holgazán que dejó pasar el momento
histórico que le correspondía tras sacar al Partido Revolucionario
Institucional (PRI), de 71 años consecutivos de poder”.
Entre los muchos premios que recibió destacaron: el Cervantes (1987), el
Príncipe de Asturias de las Letras (1994), el de Biblioteca Breve por “Cambio de Piel” (1967) y el Nacional
de Literatura de México (1984).
Además se hizo acreedor a distinciones
tales como: la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío”, otorgada por el
Gobierno sandinista (1988), la Orden al Mérito en Chile (1993) y la española
Gran Cruz de Isabel la Católica (2008).
Usualmente aparecía con su habitual
elegancia por los controles migratorios de los aeropuertos estadunidenses en
los que aterrizaba. Pero allí lo trataban como persona non grata. Apenas veían
su pasaporte lo llevaban a una oficina y los trámites se alargaban hasta por
una hora, según denuncia de sus
familiares.
INDESEABLE
El FBI y el Departamento de Estado lo sometieron durante dos décadas a una estrecha vigilancia porque lo consideraban “un destacado escritor comunista”. Habrase visto que tal aberración y equivocación.
Los archivos desclasificados por el FBI que comprenden los años 60 y 80, revelan que había instrucciones de retrasar los visados del escritor. “Tiene una larga historia de relaciones subversivas”, según se lee en la documentación.
El escritor sabía que había sido vigilado. Era consciente de esa paranoia. En ocasiones él avisaba a la Embajada de México para que anunciase que iba a llegar y se facilitara el trámite. Aunque nunca era fácil.
Estados Unidos le denegó en varias ocasiones la entrada al país. La primera vez, a principios de los sesenta. Intentó desembarcar en San Juan, Puerto Rico, pero un oficial que, según recordó, “se parecía al actor John Wayne”, se lo impidió.
PROFESOR
Al año siguiente fue invitado por el subsecretario de Estado, Richard Goodwin, a debatir en televisión sobre la política del país hacia América Latina. Tampoco lo dejaron entrar y lo declararon “extranjero indeseable”.
La negativa tuvo mucha repercusión. El afamado periódico “The New York Times” le dio una gran cobertura al asunto. Años después fue invitado por varias universidades como profesor y las instituciones se ocuparan de los trámites migratorios.
Un trabajador incansable que comenzaba a escribir desde muy temprano, decía que era un calvinista porque si no se esforzaba no se merecería el cielo. El escritor vivió en Washington, de los 4 a los 12 años, debido a la actividad diplomática de su padre.
Esa etapa de su vida le moldeó el carácter y le llevó a crear un vínculo con el país del norte que perduró siempre. En 1996 se convirtió en profesor visitante de la Universidad de Brown. Pero ya antes daba una cátedra de Literatura iberoamericana en diferentes universidades.
En Harvard inauguró la cátedra de Robert Kennedy, con cuya familia tuvo una larga amistad. Uno de sus alumnos fue el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien es uno de sus personajes en “La Silla del Aguila” Ahí el escritor profetizó que gobernaría algún día su país.
El FBI y el Departamento de Estado lo sometieron durante dos décadas a una estrecha vigilancia porque lo consideraban “un destacado escritor comunista”. Habrase visto que tal aberración y equivocación.
Los archivos desclasificados por el FBI que comprenden los años 60 y 80, revelan que había instrucciones de retrasar los visados del escritor. “Tiene una larga historia de relaciones subversivas”, según se lee en la documentación.
El escritor sabía que había sido vigilado. Era consciente de esa paranoia. En ocasiones él avisaba a la Embajada de México para que anunciase que iba a llegar y se facilitara el trámite. Aunque nunca era fácil.
Estados Unidos le denegó en varias ocasiones la entrada al país. La primera vez, a principios de los sesenta. Intentó desembarcar en San Juan, Puerto Rico, pero un oficial que, según recordó, “se parecía al actor John Wayne”, se lo impidió.
PROFESOR
Al año siguiente fue invitado por el subsecretario de Estado, Richard Goodwin, a debatir en televisión sobre la política del país hacia América Latina. Tampoco lo dejaron entrar y lo declararon “extranjero indeseable”.
La negativa tuvo mucha repercusión. El afamado periódico “The New York Times” le dio una gran cobertura al asunto. Años después fue invitado por varias universidades como profesor y las instituciones se ocuparan de los trámites migratorios.
Un trabajador incansable que comenzaba a escribir desde muy temprano, decía que era un calvinista porque si no se esforzaba no se merecería el cielo. El escritor vivió en Washington, de los 4 a los 12 años, debido a la actividad diplomática de su padre.
Esa etapa de su vida le moldeó el carácter y le llevó a crear un vínculo con el país del norte que perduró siempre. En 1996 se convirtió en profesor visitante de la Universidad de Brown. Pero ya antes daba una cátedra de Literatura iberoamericana en diferentes universidades.
En Harvard inauguró la cátedra de Robert Kennedy, con cuya familia tuvo una larga amistad. Uno de sus alumnos fue el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien es uno de sus personajes en “La Silla del Aguila” Ahí el escritor profetizó que gobernaría algún día su país.
Silvia Lemus periodista y presentadora de televisión
VALIA
“No era fácil acomodar a Carlos Fuentes a un horario, pero a él le encantaba impartir clases”. Recordó, al poco tiempo de su muerte, el poeta y profesor peruano Julio Ortega, amigo del escritor mexicano desde el verano de 1969. En 1996 se convirtió en profesor visitante de la Universidad de Brown.
El peregrinaje narrativo y vital del autor tuvo un importante reflejó en su faceta docente, quizás uno de los aspectos de su biografía más ensombrecidos por su indiscutible altura literaria. Pero que constituye un aspecto esencial para entender su dimensión e influencia intelectual.
Antes de recalar en Brown, Fuentes impartió, como catedrático, clases de Español y Literatura Comparada en Princeton, Pensilvania y Harvard y en Darmouth, un centro en que el mexicano siempre reconoció haberse sentido especialmente a gusto.
“Durante 1980, mientras ocupó el prestigioso puesto de Montgomery Fellow,una categoría de profesor invitado de ese centro, polarizó todo el debate intelectual de la Universidad”, aseguró la profesora Beatriz Pastor, responsable de que Fuentes recalara, un año antes y por primera vez, en esa institución de New Hampshire, entonces como profesor visitante.
REFUGIO.
Ese intercambio de conocimientos que se operaba en el entorno universitario era vital para el escritor, según afirma Ortega: “Entendía la Universidad como un refugio intelectual para el diálogo y la vida literaria”, una visión que plasmó en su libro “En esto creo”, publicado el 2002. “Creo en la Universidad, la Universidad une, no separa, conoce y reconoce, crea un espacio crítico donde de lo que se trata es de entender al otro, no de derrotarlo”, escribió.
Fuentes fomentó ese intercambio intelectual en cada uno de sus intermitentes destinos académicos con sus colegas pero, sobre todo, con sus alumnos.
En cuanto a su vida privada, el escritor se casó por primera vez en 1958 con Rita Macedo, una actriz muy famosa del cine mexicano que actuó entre muchas obras en “Nazarín”, de Luis Buñuel. De esta relación nació su primera hija Celia en 1962.
El matrimonio no fue fácil porque Carlos escribía y publicaba constantemente, mientras que la esposa tuvo que abandonar su carrera profesional para cuidar a la pequeña. El hecho en sí resintió la relación. Rita quería continuar con sus proyectos como actriz. En 1969, cuando Fuentes cambió su residecia permanente a Europa, el matrimonio se disolvió con un divorcio. En 1993, la artista murió. La prensa dijo que se había suicidado. Por su parte, la familia aseguró que falleció a causa de un cáncer.
“No era fácil acomodar a Carlos Fuentes a un horario, pero a él le encantaba impartir clases”. Recordó, al poco tiempo de su muerte, el poeta y profesor peruano Julio Ortega, amigo del escritor mexicano desde el verano de 1969. En 1996 se convirtió en profesor visitante de la Universidad de Brown.
El peregrinaje narrativo y vital del autor tuvo un importante reflejó en su faceta docente, quizás uno de los aspectos de su biografía más ensombrecidos por su indiscutible altura literaria. Pero que constituye un aspecto esencial para entender su dimensión e influencia intelectual.
Antes de recalar en Brown, Fuentes impartió, como catedrático, clases de Español y Literatura Comparada en Princeton, Pensilvania y Harvard y en Darmouth, un centro en que el mexicano siempre reconoció haberse sentido especialmente a gusto.
“Durante 1980, mientras ocupó el prestigioso puesto de Montgomery Fellow,una categoría de profesor invitado de ese centro, polarizó todo el debate intelectual de la Universidad”, aseguró la profesora Beatriz Pastor, responsable de que Fuentes recalara, un año antes y por primera vez, en esa institución de New Hampshire, entonces como profesor visitante.
REFUGIO.
Ese intercambio de conocimientos que se operaba en el entorno universitario era vital para el escritor, según afirma Ortega: “Entendía la Universidad como un refugio intelectual para el diálogo y la vida literaria”, una visión que plasmó en su libro “En esto creo”, publicado el 2002. “Creo en la Universidad, la Universidad une, no separa, conoce y reconoce, crea un espacio crítico donde de lo que se trata es de entender al otro, no de derrotarlo”, escribió.
Fuentes fomentó ese intercambio intelectual en cada uno de sus intermitentes destinos académicos con sus colegas pero, sobre todo, con sus alumnos.
En cuanto a su vida privada, el escritor se casó por primera vez en 1958 con Rita Macedo, una actriz muy famosa del cine mexicano que actuó entre muchas obras en “Nazarín”, de Luis Buñuel. De esta relación nació su primera hija Celia en 1962.
El matrimonio no fue fácil porque Carlos escribía y publicaba constantemente, mientras que la esposa tuvo que abandonar su carrera profesional para cuidar a la pequeña. El hecho en sí resintió la relación. Rita quería continuar con sus proyectos como actriz. En 1969, cuando Fuentes cambió su residecia permanente a Europa, el matrimonio se disolvió con un divorcio. En 1993, la artista murió. La prensa dijo que se había suicidado. Por su parte, la familia aseguró que falleció a causa de un cáncer.
Con García Márquez.
EL AMOR
Al principio de los años 70, Fuentes perdió a su padre. Pero, esta misma década, le regaló el amor de su vida: Silvia Lemus, una periodista y presentadora de televisión que tuvo un exitoso programa de entrevistas denominado “Tratos y Retratos”.
Una gallega de origen, pero fuertemente vinculada a México. Junto con su marido resultó una embajadora cultural de este país en USA y el Reino Unido, donde ahora reside. Hasta ahora se le ve muy seguido en las revistas con personajes famosos y notables como el Rey de España, Juan Carlos de Borbón o Hillary Clinton, la esposa del ex presidente norteamericano Bill Clinton.
Cuando se conocieron, nadie apostaba por el futuro de la relación. "Mira, aquí está Mr. Fuentes". Fue una amiga de ella, en 1971, la que le presentó a Carlos en una fiesta. Silvia sabía de él, por supuesto, lo había leído y también conocía su fama de seductor irresistible. Pero fue Carlos el que sonrió y dijo: "La he visto en televisión". El amor nació rápido y se casaron en 1972. Silvia abandonó su trabajo como periodista, en el programa 24 Horas. Se fue a vivir a París con su flamante esposo. Sus hijos Carlos y Natasha, fallecidos trágicamente, no se hicieron esperar y, para mediados de los setenta, la familia estaba completa.
Su tumba en Montparnasse.
EJEMPLO
"Si todas las mujeres que he querido se resumen en una sola, la única mujer que he querido para siempre las resume a todas las demás. Ellas son estrellas. Silvia es la galaxia misma", escribió Fuentes en el libro “En esto creo”.
Silvia y Carlos construyeron una dinámica de pareja que funcionaba a la perfección. Durante 40 años, hasta el fallecimiento del autor, supieron trenzar sus profesiones y sus gustos personales en un matrimonio exitoso.
“Mi marido es muy literario. Yo diría que me gusta su facha. Esa cabeza llena de ideas en ebullición constante. Es brillante, mundano, elegante, nervioso, memorioso, con buenas costumbres. Me gusta su voz, sus manos su puntualidad”, dijo Silvia en una entrevista.
Cuenta que Carlos le propuso matrimonio de una forma muy especial después de oír cantar a Nancy Wilson. Estaban bailando cuando él la sorprendió con un: "Me quiero casar contigo, tener hijos, llevarte a vivir a París".
Declara Silvia que no tuvo mayor problema con los celos, a pesar de que el escritor fue un hombre deseado por muchas mujeres porque aprendió a evitarlos. Uno de los secretos de su feliz unión fueron sus gustos comunes y aficiones compartidas como el cine, el teatro y la literatura. Se retroalimentaban continuamente y se respetaban los tiempos e individualidades.
Al principio, nadie creyó que este matrimonio fuera a existir, y mucho menos que durara 40 años. Pero si algo tiene el amor es que es imprevisible y se renueva a diario. Carlos Fuentes y Silvia Lemus son un ejemplo de que el respeto, la admiración y la independencia se convierten en elementos claves para una relación de pareja exitosa. A pesar de los grandes dolores como la pérdida de sus hijos, tragedia verdadera que supieron sobrellevar juntos. Vida de contrastes, vida de creación, vida de amor que merece, de todas maneras, destacarse. (EdeN)
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