Muchas facetas de vida valiosa
presenta Miguel de San Román Meza que llegó a ser Presidente
Constitucional del Perú durante 5 meses
y nueve días entre el 24 de Octubre de 1862 y el 3 de Abril de 1863. Un
terrible mal hepático y renal, presentado de un momento a otro, lo llevó a la
tumba. Alejándole para siempre del
poder. Luchador infatigable y valiente al lado de los patriotas durante las
guerras de la Independencia nacional y animador decidido de las contiendas
civiles ocurridas en las primeras décadas de la república. Lo mismo hizo en el
desarrollo de la guerra contra Colombia
y Bolivia. Militar valeroso y político honrado. Llegó a ostentar el grado de
gran mariscal. Amigo infatigable del Libertador Castilla, en cuyo gobierno
ocupó altos cargos: Presidente del Consejo de Gobierno, Premier y Ministro de
Guerra y Marina. Toda una celebridad de la época que contribuyó a consolidar
los ideales emblemáticos de este país que recién había salido del coloniaje
y emergía directo hacia la consolidación
de la libertad que todos los peruanos anhelaban.
Muy joven aún se interesó por la independencia del Perú.
Para ello como convicción permanente, colaboró directamente con San Martín y Bolívar.
La historia ha registrado que puso el
pecho valientemente contra el enemigo español, en las batallas de Junín y
Ayacucho. Había nacido en Puno el 17 de Mayo de 1802 y falleció en
Chorrillos, a la edad de 60 años.
San Román: militar y político de polendas.
San Román: militar y político de polendas.
FACCIONES
Sus facciones eran la de un
hombre del ande: Cara alargada, dura con facciones prominentes. Mestizo y de
mediana estatura. El cabello lo tenía blanco y tupido. No dominó la oratoria,
pero habló el quechua y el aymara con bastante fluidez. Como compañero de
armas, extremadamente entretenido y lleno de anécdotas. Muy querido y apreciado
por sus soldados. Conocía detalladamente la topografía del país.
El héroe de la guerra con Chile y
posteriormente Presidente del Perú, Andrés Avelino Cáceres, opinó de él y de Castilla con las siguientes palabras: “Entre los jefes superiores debo especial
admiración a los grandes mariscales Castilla y San Román, los dos militares más
grandes que ha tenido el Perú. Castilla era el hombre de acción, el soldado
práctico, ejecutivo. San Román el táctico sin rival. Cuando estaban juntos, no
había de desconfiar del éxito de sus operaciones”.
En efecto, resultó notable como
organizador de tropas y muy rápido en
las marchas militares que emprendió. Combinaba perfectamente el ejercicio de
las armas con la política. Resultó elegido Diputado por Puno en la Convención
Nacional donde llegó a presidir sus
sesiones entre 1855 y 1856.
TRIUNFANTE
Cuando estalló la revolución de
Vivanco en Arequipa, fue enviado hacia el sur para debelarla. Triunfante en la
batalla de Yumina, participó a renglón seguido en la toma la blanca ciudad. Al ser elegido Presidente Constitucional para el periodo 1862-1866, durante
su breve mandato, adoptó como moneda el sol de oro e implantó el sistema
decimal de pesas y medidas.
Tuvo tino y cordura como
gobernante. Una de sus primeras acciones fue permitir el retorno de los
desterrados políticos. Como José Gálvez, Jose Rufino Echenique y Manuel Ignacio de Vivanco. En las elecciones para
renovar la Municipalidad de Lima volvió a surgir la pugna entre vivanquistas y
echeniquistas, triunfando los segundos. En esta oportunidad, llegó a ser burgomaestre
capitalino, el General Antonio Gutiérrez de la Fuente.
Entre las otras medidas que se
dieron en su mandato figuran las
siguientes: un préstamo con el extranjero que se logró en condiciones
ventajosas y alivió la crisis económica existente, derivada de la disminución
de la venta del guano, la fundación de
algunos bancos comerciales una realidad y se mantuvo la ejecución de obras
públicas iniciadas durante el gobierno de Castilla
A inicios de 1863, la salud del
Presidente se complicó y, por eso, traslado a su residencia de Chorrillos el
gobierno donde continuó trabajando con sus ministros. Desafortunadamente, su
estado personal se agravó. Los médicos diagnosticaron males serios. Por su
parte, Castilla lo visitó y le recomendó que hiciera su testamento.
FALLECIMIENTO
En su lecho de agonía, San Román
vio juntos a Castilla, Echenique y
Vivanco, enconados rivales de la política peruana de aquel entonces.
Falleció en brazos del Libertador, a las
11 de la mañana, del 3 de Abril de 1863 que era Viernes Santo. Lo honraron con
solemnes funerales realizados con mucho dolor y pesar en la capital,
enterrándolo en el cementerio Presbiterio Maestro donde se levantó, en su
honor y memoria, un impecable y bello mausoleo.
El poder lo asumió interinamente
don Ramón por ser el militar más antiguo
y porque los vicepresidentes estaban fuera de Lima. Pezet en Europa y Diez Canseco en Arequipa Al
cabo de algunos días, Castilla entregó el mando a este último. Pero el 3 de
Agosto se hizo cargo del gobierno Pezet, a quien le correspondía constitucionalmente
ocupar tan alto cargo
Hijo del coronel del ejército
español Miguel Pascual San Román Cuentas y de María Meza. Su padre ganado a la
causa patriota tomó parte del
levantamiento encabezado por Mateo Pumacahua y los hermanos Angulo en
1814.
Cadáver del Presidente.
Cadáver del Presidente.
LUCHADOR
Peleó en la batalla de Umachiri
que se libró el 11 de marzo de 1815, donde, desafortunadamente ,fueron derrotados
los patriotas. San Román padre tuvo que ocultarse en Puno. Pero, al poco tiempo,
lo capturaron y luego fusilado por orden del Virrey Joaquín de la Pezuela. Lo inaudito y duro es que el hijo, el entonces
joven Miguel, fue obligado a presenciar la ejecución de su progenitor.
Superando tan dolorosa
experiencia, San Román se dirigió al Cusco donde culminó sus estudios y se
enroló en el ejército realista. Lo enviaron a la costa sur para combatir la
expedición dirigida por Miller, ocasión que aprovechó para desertar y enrolarse en las filas patriotas.
Luchó en el Combate de Mirave realizado
el 22 de mayo de 1821 cerca de Tacna. Al poco tiempo en la ocupación de Lima y
en el primer sitio del Callao. Incorporado a la Legión Peruana, intervino en la Segunda Campaña de Intermedios bajo el
mando de Gamarra que, dicho sea de paso, fracasó.
San Román se contó entre los
patriotas que participaron en la penosa retirada de Oruro a Ilo donde se volvió
a reembarcar para dirigirse a Huanchaco en la zona norte. Allí se unió al
Ejército del Libertador Bolívar, participando en la campaña triunfante de 1824. Consumada la independencia, intervino
en la represión contra los iquichanos que persistieron en mantenerse fieles a
la corona española.
CON GAMARRA
Participó en la invasión a
Bolivia en 1828 e intervino en la guerra contra Colombia, siendo tomado prisionero durante la
batalla del Portete de Tarqui.
Restablecida la paz fue liberado. Secundó el golpe de estado de Gamarra en
contra de La Mar, a quien tomó prisionero en Piura y lo mandó al exilio rumbo a
Costa Rica.
Permaneció por algún tiempo en
Piura hasta que marchó a Puno cuando se temió una posible intervención bélica
de Bolivia. Al frente del Batallón
Pichincha, guarneció el departamento lacustre cuya prefectura asumió.
Cuando ocurrió el levantamiento
del General Pedro Pablo Bermúdez contra
el Presidente Luis José de Orbegoso se sumó a la rebelión y marchó sobre
Arequipa, ocupándola luego de las batallas de Miraflores y Cangallo.
Tras restablecerse el orden con
el Abrazo de Maquinhuayo, emigró a Bolivia. Volvió al Perú y se unió con Gamarra en la lucha contra los
invasores bolivianos dirigidos por Andrés de Santa Cruz, el promotor principal
de la Confederación Perú Boliviana.
Lucho con valentia en las batallas de Junín y Ayacucho.
Lucho con valentia en las batallas de Junín y Ayacucho.
MARCHA
Fue sorprendido durante un
reconocimiento, siendo capturado y enviado prisionero a Bolivia de donde retornó,
a fines de 1838, cuando ya el ejército peruano-chileno luchaba contra los
confederados. Se escondió en Puno para evitar ser apresado y luego de la Batalla
de Yungay, donde fue derrotado Santa Cruz, se puso a ordenes de Gamarra.
San Román asumió nuevamente como Prefecto y Comandante
General de Puno. Se mantuvo leal al segundo gobierno constitucional de Gamarra.
Bajo el mando de Castilla, participó en la campaña contra la revolución regeneracionista
iniciada en Arequipa por Vivanco. Una figura en los combates de Cachamarca y
Cuevillas y persiguió a Vivanco, quien logró cruzar la frontera con Bolivia.
Regresó a Lima y acompañó al
Presidente Gamarra en la campaña contra Bolivia. Enviado de avanzada, logró una
victoria en el combate de Mecapaca. ocurrido el 21 de 1841. Luego participó en la batalla de Ingavi
donde perdió la vida el mandatario. La
retirada peruana fue inmediata con la derrota total. San Román reorganizó su
ejército en el Cusco y enfrentó la invasión boliviana.
Conseguida la paz con Bolivia en
Junio de 1842, realizó al frente de sus tropas una marcha memorable por la
sierra desde Lampa, Puno, hacia Lima durante la anarquía imperante después del
fallecimiento de Gamarra.
MINISTRO
En Concepción, reconoció la autoridad del General Juan Crisóstomo Torrico y unidos ambos fueron al encuentro de los
Generales Antonio Gutiérrez de la Fuente y Juan Francisco de Vidal. Todos ellos
fueron derrotados en la batalla de Agua Santa.
Santa Cruz se traslado a Bolivia.
Reapareció en Puno cuando ya se
había iniciado la revolución constitucional contra el gobierno de Vivanco y fue
admitido como miembro de la Junta de Gobierno Provisorio constituida en el sur
por los revolucionarios. Como general en
jefe de este ejército colaboró con el triunfo obtenido en la batalla de Carmen
Alto, el 22 de Julio de 1844.
Lo designaron Ministro de Guerra
en el gobierno provisorio del
Vicepresidente Manuel Menéndez y lo eligieron Senador por Puno. Durante el
primer gobierno de Castilla fue miembro del Consejo del Estado, cuya
presidencia ejerció entre 1845 y 1846.
Nuevamente ejerció como Ministro
de Guerra. Acusado de conspiración fue apresado y desterrado a Chile, pero
pronto retornó gracias a una amnistía. Postuló a la Presidencia de la República
en 1851, aunque sólo obtuvo el 6.3% de
la votación total. En dichas elecciones triunfó José Rufino Echenique.
Como diputado por Puno hizo una
terca oposición a este gobierno por lo cual fue desaforado y desterrado otra
vez a Chile. Volvió en 1854 para sumarse a la revolución liberal que Castilla
inició en Arequipa.
Una provincia de Puno lo recuerda. San Román, con su capital Juliaca
Una provincia de Puno lo recuerda. San Román, con su capital Juliaca
EL LEGADO
En esta oportunidad, demostró
nuevamente su habilidad en organizar fuerzas. Desde Tacna pasó a Moquegua y de
allí a Puno. Luego avanzó al Cusco. Unido finalmente con el grueso del ejército
revolucionario participó en la batalla de La Palma, librada en las afueras de
Lima, el 5 de Enero de 1855, encuentro bélico que significó la derrota
definitiva de Echenique.
Durante el gobierno provisional
de Castilla, fue Ministro de Guerra y Marina. Marchó a Arequipa para sofocar la
revolución de Vivanco. Allí se desempeñó de Jefe de Operaciones del Ejército,
triunfo en la batalla de Yumina y concurrió al asedio y la toma de Arequipa
San Román se presentó como
candidato a la elecciones presidenciales de 1862 y se desempeñó con mucha
estrategia y táctica. Lo que se pensaba una enconada lucha electoral no lo fue.
El supo negociar con sus contrincantes, Juan Antonio Pezet y Juan Manuel del
Mar. El primero contaba con el apoyo oficial del gobierno.
Los conflictos desaparecieron
cuando Pezet unió sus fuerzas con las de San Román, pasando a ser candidato a
la vicepresidencia y del Mar enfermó gravemente. Los liberales apoyaron también
al militar puneño. Su elección en las urnas
impecable. Los vicepresidentes elegidos,
los generales Pezet y Pedro Diez
Canseco.
El flamante mandatario inició sus
funciones con un gabinete de lujo conformado por personalidades de primer orden
como: José Gregorio Paz Soldán (Premier y Canciller), Antonio Arenas (Gobierno,
hoy Interior), Melchor Vidaurre
(Justicia), el General Isidro Frisancho
(Guerra) y el Coronel José Santos Castañeda (Hacienda, hoy Economía).
Vida celebre. Militar con poder y
mando indiscutible. Lo marco por completo ver a su padre morir fusilado y sobre
todo sus palabras que las dijo con plena convicción y sin titubear en ningún
momento: “Hijo mío, no olvides que me
fusilan por la patria, amala siempre”. Claro que lo hizo con sus ideas
liberales de avanzada. Encomiable, muy admirable. Los dos se entregaron por
completo al Perú. Y ello ya es histórico por siempre y para siempre. (Edgardo de Noriega)
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