La convicción y el pensamiento
eran de por si originales e
interesantes. Enteramente pensados para
la transformación total del Perú y salían de una pluma diáfana, erudita,
pulcra, Como tema principal, esta
excelsa patria con pasado histórico
incaico genial que fue libertada por San Martin y Bolívar, donde se necesitaba,
a gritos, cambiar por completo después del colapso y la tragedia que dejó la
Guerra del Pacífico con sus secuelas inmediatas, profundas y desgarrantes en el devenir político. Lo que se
exigía para ello consistía en la
existencia palpable de una clase dirigente de elite que reclutara a sus
miembros no sólo por su riqueza, sino también por su inteligencia. Que tal conmoción
intelectual: grandes ideas, grandes transformaciones. Tales eran las metas
y objetivos finales. Como ambición y
evidente búsqueda de la realidad.
Ahora bien, allí no quedaba la cosa. Mucho más
allá se iba y, en ese sentido contextual, también se pedía que la oligarquía, aquel grupo minoritario
y nefasto del vil metal acumulado a como de lugar, entendiera, de una vez por
todas, la necesidad de reformar el país para modernizarlo y ubicarlo firmemente
en el campo del progreso. El destino de la nación no era quedar al remolque de
Estados Unidos. Había que reconocer su carácter latino y aproximarlo más a
Francia, Italia. Es decir, la Europa admirable, sabia y milenaria.
Por lo tanto era preciso fomentar
una política de inmigración, atrayendo a europeos para que poblaran el suelo
peruano que teniendo entonces 4 millones de habitantes, requería nuevos brazos
para su agricultura. Paralelamente,
ampliar al máximo la frontera agrícola. Impulsando las irrigaciones.
Planes que, precisamente, no eran equivocados.
García Calderón: pensador de polendas
García Calderón: pensador de polendas
TAREAS
Tales tareas múltiples y
concretas de posibilidades debían ser emprendidas por un Estado eficiente, en
el que esa oligarquía supiera incorporar a los grupos marginados. Así el indio
tenía que ser transformado, de siervo o campesino sumiso, a obrero moderno o
propietario. Respetando, a como de lugar, sus costumbres. El colosal proyecto,
si fuera preciso, debía ser guiado por un líder excepcional. Una suerte, si se
quiere, de César democrático.
Todas estas ideas fenomenales que
lindaron en el análisis profundo se
sostuvieron hace exactamente 108 años, en 1907, en un libro que marcó época
como el primer intento moderno del siglo XX por ofrecer una visión global con
una síntesis e interpretación del Perú, de lo más audaz y sobre todo reflexiva. De haberse llevado a la
práctica tales propósitos, cuanto hubiese cambiado este país que hasta ahora
sigue inexorable en la búsqueda de su identidad total, según la opinión de los
entendidos.
El mérito de los aportes le
pertenecen a un pensador e ideólogo de polendas como fue Francisco García Calderón Rey, miembro de la generación arielista
del 900 que en aquella lejana fecha sacó a luz su inigualable y valioso libro titulado “El Perú Contemporáneo”, publicación
que los historiadores, como Juan Luis
Orrego y el propio Jorge Basadre, consideran que se trata del principal punto
de referencia cultural de la elite criolla occidentalizada del país.
INCONCEBIBLE
Mérito innegable por sus cuatro
costados. Pero también frustración porque nada de ello, ni un ápice, se hizo y
lo real es que todo quedó en el papel. Nada más que allí y eso si, a estas
alturas del mismísimo siglo XXI, es inconcebible.
García Calderón, como los otros
miembros de su generación, estaba convencido de que era necesario sacudirse de
aquel ingrato pasado y construir una verdadera nación. Los había marcado por
completo las consecuencias morales y materiales del conflicto con Chile. La
guerra civil que enfrentó a Cáceres e Iglesias y la imposibilidad en conseguir
recursos foráneos para iniciar la Reconstrucción Nacional.
Aquí en territorio nacional su
maestro era Ricardo Palma y admiraban en el campo político a Manuel Pardo y Lavalle, el infatigable y
honrado primer presidente civil y a Nicolás de Piérola, el caudillo efectivo
conductor de multitudes que marco época distinta durante su gobierno entre 1895 y 1899.
Con respecto al exterior, ellos
se inspiraron fundamentalmente en los grandes maestros del nacionalismo francés
y español que precisamente, emergieron de las guerras. Nunca dejaron de pensar
en Taine, Renán y Michelet entre los franceses. Cavinet, Joaquín Costa y Miguel
de Unamuno, entre los españoles.
U
Una de sus valiosas creaciones.
U
Una de sus valiosas creaciones.
RODO
Evidentemente que el que estaba
en el primer lugar de sus preferencias era
el uruguayo José Enrique Rodó, cuyo libro “Ariel” le dio nombre a la brillante
generación. Los impresionaba al máximo la idea del pensador respecto a la
unidad espiritual del continente, donde la juventud cumplía un rol
preponderante como expresión de solidaridad, idealismo y gobierno de las
elites.
De allí que García Calderón acuñó
una de sus frases brillantes: “El Perú
se salvará solo bajo el polvo de una biblioteca”, dichas en 1910 en medio
de las influencias en San Marcos de profesores de la talla de Alejandro Deústua,
introductor del neo idealismo francés y de Javier Prado Ugarteche, un precoz
maestro de polendas que murió muy joven misteriosamente que había sido
positivista y, posteriormente, seguidor de dichos pensamientos europeos.
El grupo intelectual del que
formó parte había nacido y crecido en el
difícil contexto de la post guerra. Allí
estaban José de la Riva Agüero y Osma,
Víctor Andrés Belaúnde, su hermano Ventura García Calderón, el poeta José Galvez, el
arqueólogo Julio C. Tello, el diplomático Juan Bautista de Lavalle, Fernando
Tola, el periodista Luis Fernán Cisneros
y Oscar Miró Quesada (Racso) en la divulgación científica.
(Del primero, segundo, tercero cuarto y,
quinto leer semblanzas de sus vidas en
el archivo de este blog con fechas: 27 de Setiembre del 2011, 24 de Enero del
2015, 29 de Octubre del 2012, 25 de Mayo del 2011 y 27 de Febrero del 2013,
respectivamente.)
MEMBRETE
A García Calderón como a todos
los miembros de su generación intelectual, muchos de los cuales procedían de
familias aristocráticas con apellidos compuestos y estrechos vínculos con la
historia nacional, se les impuso el membrete de reaccionarios.
Así por así y teniendo en cuenta
exclusivamente su origen. Marca de hierro ingrata, entre otras cosas, porque
sus integrantes incluso no pensaban igual y además tuvieron evoluciones
interesantes de completo aporte al pensamiento peruano. Eso nadie lo puede
quitar. Ni menos borrar.
Filósofo, escritor y diplomático.
Había nacido en Valparaíso, Chile, el 8 de Abril de 1883, precisamente durante
el desarrollo de la Guerra del Pacífico y murió en Lima el 8 de Abril de 1953, tras haber sido internado
algunos años en el Manicomio Larco
Herrera donde recibió un tratamiento mental a raíz de la enfermedad que se le
presentó en los últimos años de su vida: la esquizofrenia.
Hijo del Presidente del Perú con
sede en la Magdalena en medio de la turbulencia maligna de la invasión chilena,
Francisco García Calderón Landa, jurista de renombre. Rector de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos y de la dama tacneña de ilustre prosapia, Carmen Rey
Basadre.
Su progenitor, quien siendo
mandatario fue deportado a Chile, se retiró a París, Francia, con su familia en
1884. Pudo volver al país dos años después. El hijo tuvo la oportunidad de
estudiar en el Colegio de los Sagrados Corazones de la Recoleta
recién fundado, teniendo como compañero de carpeta, entre otros, a Riva Agüero.
Con sus padres y hermanos.
Con sus padres y hermanos.
SU CASA
Vivía en el centro de Lima, en la
Calle La Amargura, a pocos metros del
plantel donde estudiaba. La casa era amplia de dos patios, con
revestimientos de mármol en la fachada y colecciones de cedro en el traspatio.
Había un bello jardín con macetas de rosas, claveles y macizos de geranios. Por
las paredes trepaban los jazmines y las madreselvas.
Después de la sala estaba la biblioteca que don Francisco cedía a su hijo mayor
y la tanda de sus amigos
El más destacado de sus libros se
lo dedicó al doctor García Calderón Landa con las siguientes palabras de
afecto: “A la gran memoria de mi padre, el más dulce maestro de mi grave
juventud, yo dedico estas páginas de fe sobre la patria de sus antepasados e
hijos, que defendió como espartano en la
guerra, que honró como ateniense en la paz. Indocti discant ament meminisse
pereti (Escuchen los ignorantes: amen acordarse de los perecidos)
Esta publicación se puede
comparar sin ningún problema, teniendo en cuenta sus diferencias evidentes, con
los “Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana” de José Carlos Mariátegui,
“La Realidad Nacional” de Víctor Andrés Belaunde y” Perú Problema y Posibilidad” del mejor historiador
del país, Jorge Basadre. Lo lamentable es que el libro recién se tradujo, en su
totalidad del francés al castellano, en 1981. Es decir, 74 años después de
editado.
SAN MARCOS
Lo prepararon profesionalmente,
en Letras y Derecho, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Se afincó
permanentemente en París donde emigró con toda su familia, tras la muerte de su
padre ocurrida en 1906. A Francia llevó el cargo de Canciller de la Legación
Peruana en ese país, puesto diplomático que lo desempeñó brillantemente.
En 1905 para festejar la llegada
a Lima del renombrado intelectual Ramón
Menéndez Pidal, ante el numeroso público congregado en el Palacio de la
Exposición, pronunció un famoso discurso de despedida. Luego viajó a Santiago
de Chile, pero al morir su padre regresó
al día siguiente a las solemnes exequias. Había cumplido 22 años y vivía un
periodo de intensa depresión anímica
La crisis psicótica se agravó y por eso decidió
quitarse la vida: inexorable y de frente se lanzó desde el colonial Puente de
Piedra en el centro de Lima. Felizmente
cayó ileso al suelo, pero con la tremenda perturbación nerviosa. La normalidad interior
retornó en Europa.
Sus actividades oficiales las
combinaba con el ejercicio literario de escribir fluidamente y de forma
excepcional. Tan es así que cuando sacó a luz “El Perú Contemporáneo”, ganó un premio otorgado por la Academia
Francesa.
MATRIMONIO
Lo designaron Secretario de la Legación peruana en Londres
y al poco tiempo vino a Lima donde se casó con Rosa Amelia Lores Hurtado, hija
de Benito Lores Bathel y Dolores Hurtado Fernández Prada. Nombrado Segundo
Secretario de la Embajada del Perú en Francia con sede en París. Publicó impecable
“Las Democracias Latinas de América”, con
prólogo de Raymond Poncaire, Primer Ministro y luego Presidente de la República Francesa, en una colección dirigida
por el renombrado escritor Gustave Le Bon
Desde la capital europea realizó
una persistente colaboración de artículos, con pluma admirable y suelta, para
periódicos de América Latina como “El Comercio de Lima, “El Fígaro” de La
Habana y “La Nación” de Buenos Aires.
Ya era Miembro de la Academia Peruana de la Lengua. Cuarenta años residió en Francia con una intensa
participación en la vida intelectual. Asistió a cursos de Henri Bergson sobre
Spencer y a reuniones en casa de Emile Boutroux
Con el estallido de la Primera
Guerra Mundial nombrado Primer
Secretario de la Legación Peruana. Lamentablemente en 1916 murió su hermano
José, de profesión Arquitecto en Verdún, en un enfrentamiento belico, formando
parte de la Legión Extranjera. Los otros: Ventura, escritor y diplomático y
Juan, Médico Cirujano.
Su padre Rector de San Marcos y allí estudió el hijo.
Su padre Rector de San Marcos y allí estudió el hijo.
RENUNCIA
Ministro Plenipotenciario del
Perú en Francia y después en Bélgica. Sacó a luz en su país natal una serie de artículos
publicados algunos de ellos en el semanario “Sudamérica”, dirigido por el
escritor y agente consular, Carlos Pérez Cánepa.
Con el fin de la guerra en 1919,
el diplomático pasó a desempeñarse en la Conferencia de Paz en París y en la
Liga de las Naciones en Ginebra. Renunció a su puesto de Ministro
Plenipotenciario en oposición al gobierno del Presidente Leguía.
Hacia 1930, tras la caída de Leguía,
asumió el cargo de Ministro en Francia. Posteriormente lo nombraron delegado de
la XV Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra y en la Liga de
Naciones. En esta última entidad presidió la
103ra sesión realizada en 1938.
Acreditado Ministro
Plenipotenciario para el gobierno de Vichy en Paris, Francia, luego del inicio
de la Segunda Guerra Mundial. Estando en
Paris como Embajador fue detenido por las fuerzas de ocupación alemanas, en
calidad de diplomático de país beligerante, en el campo de reclusión de Bad
Godesberg. Cerca a Bonn, Alemania.
Conseguida su libertad, logro desempeñarse como Embajador del Perú en Bélgica.
En 1945 se retiró del servicio diplomático.
Dado su precario estado de salud,
regresó al Perú junto a su esposa en 1948 y al año siguiente lo internaron en
el Larco Herrera. Falleció allí en ese nosocomio limeño el 7 de Julio de 1953 y
enterrado en el Cementerio Presbítero Maestro.
DOLOR
Los últimos años de su vida
fueron dolorosos porque se le manifestó una esquizofrenia galopante. Comenzaba
a hablar, hablar y nunca paraba, sobre todo cuando estaba acompañado por sus
interlocutores. Lo que era peor, triste y hasta desesperante para quien lo escuchaba: pasaba de un tema a
otro sin lógica, ni claridad, ni coherencia.
Murió al cumplir los 70 años. La Universidad de San Marcos se
abstuvo de contribuir al sepelio, porque no era
empleado ni profesor de la institución. No obstante de que tenía tanta
relación con ella donde precisamente
estudió, su padre fue rector y el también debió serlo, según opinión y denuncia
que hizo, en su oportunidad, el escritor y político aprista, Luis Alberto
Sánchez
Sánchez también preciso que el gobierno de turno- el de Odría-
se abstuvo también de colaborar económicamente luego de su deceso, porque no
era embajador en servicio. Los jóvenes, porque no lo conocían. Los adultos,
porque habían perdido el hábito de leerlo. Los viejos, porque era tan pesado ir
al cementerio.
Menos de una veintena de sus
amigos rodearon el féretro. Su compañera
de toda la vida, Rosa Amelia, allí presente dolorida y angustiada, elevando al
cielo sus oraciones. Hablaron, rindiéndole homenaje: Víctor Andrés Belaunde,
Leoncio de Mora y Luis Humberto Delgado.
Jose Enrique Rodo, maestro y autor de "Ariel".
Jose Enrique Rodo, maestro y autor de "Ariel".
OBRA
Miembro de la Academia Diplomática Internacional, de la
Sociedad de Sociología de París y del Comité Franco Americano con sede en
la capital francesa. Entre las otras obras que escribió figuran: “De Litteris, sobre crítica literaria con
prólogo de nada más y nada menos que de
Rodó, el autor de “Ariel” (1904), “Las Condiciones Sociológicas de América
Latina” (1908), “Profesores de Idealismos” (1909), “la Creación de un
Continente” (1912) “El Dilema de la Gran Guerra” (1919) “Europa Inquieta”
(1927) y el Espíritu de la Nueva Alemania (1928). Con respecto a este ultimo volumen, el autor
propugnaba la unidad europea y la integración de ese país en el conjunto de la
s naciones del continente.
Su esposa con la ayuda de
peruanos influyentes, logró la publicación de un libro póstumo con sus ensayos
titulado, “En Torno al Perú y América”.
El volumen llegó un prólogo de Basadre y salió
gracias a la colaboración de Carmen Ortiz de Zevallos, Augusto Salazar
Bondy y Pedro Ugarteche.
Muchos años después, la
Universidad de San Marcos y la Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE)
sacaron, con gran éxito editorial, un libro titulado “Francisco García
Calderón, América Latina y el Perú del Novecientos, una antología de textos del
autor cuya compilación, introducción y notas estuvo a cargo de Teodoro Hampe
Martínez.
Tolerante y liberal sincero,
Pluma ágil y de amplio espectro con tempranas luces de pensamiento. Padre de
muchas ideas que ponían en el tapete de
las realizaciones al Perú. Sensible total y humanista por convicción propia. Generoso,
humilde, capaz. Hombre de ideas que definitivamente, con merito propio,
conquistó un lugar en las letras hispanoamericanas.(Edgardo de Noriega)
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