Este texto de Fidel Castro
es de ya hace un buen tiempo. Pero cobra vigencia por sus peculiaridades, su forma tan servil y de
entrega total al tirano de turno, Hugo Chávez de Venezuela cuando, sobre todo,
hay un solo objetivo para ellos: cambiar, por completo, la realidad no sólo de ese país
en dictadura, sino de todo América Latina.Hay que estar, definitivamente, prevenidos. No hay duda, entre sátrapas se entienden. Pero la obligación de los demócratas es denunciarlos. de todas maneras y, por supuesto, evitar sorpresas.
En esta oportunidad, al
gorila venezolano lo halaga en todo. Lo convierte en un super hombre. Resulta
que es el líder bolivariano de primera línea. Que es educado al máximo. Incluso
en las Asambleas Legislativas acepta ofensas. Chávez es un caballero. Por si
acaso, cuando habla es elegante en sus frases. Habráse visto
Fidel esta enteramente
metido en Venezuela. No respeta soberanías. Opina, recomienda, decide Ataca a
mansalva a los politicos venezolanos. Analiza, sin desparpajo y a su manera
equivocada, la historia de ese país.
Habla hasta de petróleo con
cinismo y por supuesto ni una palabra de
que la isla lo recibe como una limosna, afectando seriamente la economía de los
venezolanos.A renglón seguido, otra vez, se va de halagos, poco serios enteramente
detestables a favor de Chávez.
Para colmo recuerda a tiranos
de la peor especie de América Latina como Perón de la Argentina y el mismísimo
Velasco Alvarado del Perú. Los pone en un altar como unos angelitos. Cuando, si
se les analiza por sus actos, ellos
fueron pésimos gobernantes. Pero Fidel los pontifica. Que tal cinismo.
Fidel Castro
Fidel Castro
Estas opiniones de Castro si
son deplorables. El manual perfecto del engaño. Para que lo conozcan y
profundicen invitamos a leer la perorata
que cambia por completo la realidad. Ha sido sacada de Cuba Debate.
El
presidente Chávez presentó ante el Parlamento de Venezuela su informe sobre la
actividad realizada en 2011 y el programa a ejecutar en el año actual. Después
de cumplir rigurosamente las formalidades que demanda esa importante actividad,
habló en la Asamblea a las autoridades oficiales del Estado, a los
parlamentarios de todos los partidos, y a los simpatizantes y adversarios que
el país reúne en su acto más solemne.
El
líder bolivariano fue amable y respetuoso con todos los presentes como es
habitual en él. Si alguno le solicitaba el uso de la palabra para alguna
aclaración, le concedía de inmediato esa posibilidad. Cuando una parlamentaria,
que lo había saludado amablemente igual que otros adversarios, solicitó hablar,
interrumpió su informe y le cedió la palabra, en un gesto de gran altura
política. Llamó mi atención la dureza extrema con que el Presidente fue
increpado con frases que pusieron a prueba su caballerosidad y sangre fría.
Aquello constituía una incuestionable ofensa, aunque no fuese la intención de
la parlamentaria. Solo él fue capaz de responder con serenidad al insultante
calificativo de "ladrón" que ella utilizó para juzgar la conducta del
Presidente por las leyes y medidas adoptadas.
Después
de cerciorarse sobre el término exacto empleado, respondió a la solicitud
individual de un debate con una frase elegante y sosegada "Águila no caza
moscas", y sin añadir una palabra, prosiguió serenamente su exposición.
Fue
una prueba insuperable de mente ágil y autocontrol. Otra mujer, de
incuestionable estirpe humilde, con emotivas y profundas palabras expresó el
asombro por lo que había visto e hizo estallar el aplauso de la inmensa mayoría
allí presente, que por el estampido de los mismos, parecía proceder de todos
los amigos y muchos de los adversarios del Presidente.
Más
de nueve horas invirtió Chávez en su discurso de rendición de cuentas sin que
disminuyera el interés suscitado por sus palabras y, tal vez debido al
incidente, fue escuchado por incalculable número de personas. Para mí, que
muchas veces abordé arduos problemas en extensos discursos haciendo siempre el
máximo esfuerzo para que las ideas que deseaba trasmitir se comprendieran, no alcanzo
a explicarme cómo aquel soldado de modesto origen era capaz de mantener con su
mente ágil y su inigualable talento tal despliegue oratorio sin perder su voz
ni disminuir su fuerza.
La
política para mí es el combate amplio y resuelto de las ideas. La publicidad es
tarea de los publicistas, que tal vez conocen las técnicas para hacer que los
oyentes, espectadores y lectores hagan lo que se les dice. Si tal ciencia, arte
o como le llamen, se empleara para el bien de los seres humanos, merecerían
algún respeto; el mismo que merecen quienes enseñan a las personas el hábito de
pensar.
Hugo Chávez.
Hugo Chávez.
En
el escenario de Venezuela se libra hoy un gran combate. Los enemigos internos y
externos de la revolución prefieren el caos, como afirma Chávez, antes que el
desarrollo justo, ordenado y pacífico del país. Acostumbrado a analizar los
hechos ocurridos durante más de medio siglo, y de observar cada vez con mayores
elementos de juicio la azarosa historia de nuestro tiempo y el comportamiento
humano, uno aprende casi a predecir el desarrollo futuro de los
acontecimientos.
Promover
una Revolución profunda no era tarea fácil en Venezuela, un país de gloriosa
historia, pero inmensamente rico en recursos de vital necesidad para las
potencias imperialistas que han trazado y aún trazan pautas en el mundo.
Líderes
políticos al estilo de Rómulo Betancourt y Carlos Andrés Pérez, carecían de
cualidades personales mínimas para realizar esa tarea. El primero era además,
excesivamente vanidoso e hipócrita. Oportunidades tuvo de sobra para conocer la
realidad venezolana. En su juventud había sido miembro del Buró Político del
Partido Comunista de Costa Rica. Conocía muy bien la historia de América Latina
y el papel del imperialismo, los índices de pobreza y el saqueo despiadado de
los recursos naturales del continente. No podía ignorar que en un país
inmensamente rico como Venezuela, la mayoría del pueblo vivía en extrema
pobreza. Los materiales fílmicos están en los archivos y constituyen pruebas
irrebatibles de aquellas realidades.
Como
tantas veces ha explicado Chávez, Venezuela durante más de medio siglo fue el
mayor exportador de petróleo en el mundo; buques de guerra europeos y yankis a
principios del siglo XX intervinieron para apoyar un gobierno ilegal y tiránico
que entregó el país a los monopolios extranjeros. Es bien conocido que
incalculables fondos salieron para engrosar el patrimonio de los monopolios y
de la propia oligarquía venezolana.
A
mí me basta recordar que cuando visité por primera vez a Venezuela, después del
triunfo de la Revolución, para agradecer su simpatía y apoyo a nuestra lucha,
el petróleo valía apenas dos dólares el barril.
Cuando
viajé después para asistir a la toma de posesión de Chávez, el día que juró
sobre la "moribunda Constitución" que sostenía Calderas, el petróleo
valía 7 dólares el barril, a pesar de los 40 años transcurridos desde la
primera visita y casi 30 desde que el "benemérito" Richard Nixon
había declarado que el canje metálico del dólar dejaba de existir y Estados
Unidos comenzó a comprar el mundo con papeles. Durante un siglo la nación fue
suministradora de combustible barato a la economía del imperio y exportadora
neta de capital a los países desarrollados y ricos.
¿Por
qué predominaron durante más de un siglo estas repugnantes realidades?
Los
oficiales de las Fuerzas Armadas de América Latina tenían sus escuelas
privilegiadas en Estados Unidos, donde los campeones olímpicos de las
democracias los educaban en cursos especiales destinados a preservar el orden
imperialista y burgués. Los golpes de Estado serían bienvenidos siempre que
estuvieran destinados a "defender las democracias", preservar y
garantizar tan repugnante orden, en alianza con las oligarquías; si los
electores sabían o no leer y escribir, si tenían o no viviendas, empleo, servicios
médicos y educación, eso carecía de importancia siempre que el sagrado derecho
a la propiedad fuese sostenido. Chávez explica esas realidades magistralmente.
Nadie conoce como él lo que ocurría en nuestros países.
Lo
que era todavía peor, el carácter sofisticado de las armas, la complejidad en
la explotación y el uso del armamento moderno que requiere años de aprendizaje,
y la formación de especialistas altamente calificados, el precio casi
inaccesible de las mismas para las economías débiles del continente, creaba un
mecanismo superior de subordinación y dependencia. El Gobierno de Estados
Unidos a través de mecanismos que ni siquiera consultan a los gobiernos, traza
pautas y determina políticas para los militares. Las técnicas más sofisticadas
de torturas se trasmitían a los llamados cuerpos de seguridad para interrogar a
los que se rebelaban contra el inmundo y repugnante sistema de hambre y
explotación.
A
pesar de eso, no pocos oficiales honestos, hastiados por tantas desvergüenzas,
intentaron valientemente erradicar aquella bochornosa traición a la historia de
nuestras luchas por la independencia.
En
Argentina, Juan Domingo Perón, oficial del Ejército, fue capaz de diseñar una
política independiente y de raíz obrera en su país. Un sangriento golpe militar
lo derrocó, lo expulsó de su país, y lo mantuvo exiliado desde 1955 hasta 1973.
Años más tarde, bajo la égida de los yankis, asaltaron de nuevo el poder,
asesinaron, torturaron y desaparecieron a decenas de miles de argentinos, y no
fueron siquiera capaces de defender el país en la guerra colonial contra
Argentina que Inglaterra llevó a cabo con el apoyo cómplice de Estados Unidos y
el esbirro Augusto Pinochet, con su cohorte de oficiales fascistas formados en
la Escuela de las Américas.
En
Santo Domingo, el Coronel Francisco Caamaño Deñó; en Perú, el General Velazco
Alvarado; en Panamá, el General Omar Torrijos; y en otros países capitanes y
oficiales que sacrificaron sus vidas anónimamente, fueron las antítesis de las
conductas traidoras personificadas en Somoza, Trujillo, Stroessner y las
sanguinarias tiranías de Uruguay, El Salvador y otros países de Centro y Sur
América. Los militares revolucionarios no expresaban puntos de vista
teóricamente elaborados en detalles, y nadie tenía derecho a exigírselos, porque
no eran académicos educados en política, sino hombres con sentido del honor que
amaban su país.
Sin
embargo, hay que ver hasta donde son capaces de llegar por los senderos de la
revolución hombres de tendencia honesta, que repudian la injusticia y el crimen.
Venezuela
constituye un brillante ejemplo del rol teórico y práctico que los militares
revolucionarios pueden desempeñar en la lucha por la independencia de nuestros
pueblos, como ya lo hicieron hace dos siglos bajo la genial dirección de Simón Bolívar.
Chávez,
un militar venezolano de humilde origen, irrumpe en la vida política de
Venezuela inspirado en las ideas del libertador de América. Sobre Bolívar,
fuente inagotable de inspiración, Martí escribió: "ganó batallas sublimes
con soldados descalzos y medio desnudos [... ] jamás se peleó tanto, ni se
peleó mejor, en el mundo por la libertad... "
"...
de Bolívar —dijo— se puede hablar con una montaña por tribuna [... ] o con un
manojo de pueblos libres en el puño... "
"...
lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene que
hacer en América todavía."
Más
de medio siglo después el insigne y laureado poeta Pablo Neruda escribió sobre
Bolívar un poema que Chávez repite con frecuencia. En su estrofa final expresa:
"Yo
conocí a Bolívar una mañana larga,
en
Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
Padre,
le dije, eres o no eres o quién eres?
Y
mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
‘Despierto
cada cien años cuando despierta el pueblo’."
Pero
el líder bolivariano no se limita a la elaboración teórica. Sus medidas
concretas no se hacen esperar. Los países caribeños de habla inglesa, a los que
modernos y lujosos buques cruceros yankis le disputaban el derecho a recibir
turistas en sus hoteles, restaurantes y centros de recreación, no pocas veces
de propiedad extranjera pero que al menos generaban empleo, agradecerán siempre
a Venezuela el combustible suministrado por ese país con facilidades especiales
de pago, cuando el barril alcanzó precios que a veces superaban los 100
dólares.
El
pequeño Estado de Nicaragua, patria de Sandino, "General de Hombres
Libres", donde la Agencia Central de Inteligencia a través de Luis Posada
Carriles, después de ser rescatado de una prisión venezolana, organizó el
intercambio de armas por drogas que costó miles de vidas y mutilados a ese
heroico pueblo, también ha recibido el apoyo solidario de Venezuela. Son
ejemplos sin precedentes en la historia de este hemisferio.
El
ruinoso Acuerdo de Libre Comercio que los yankis pretenden imponer a la América
Latina, como hizo con México, convertiría los países latinoamericanos y
caribeños no solo en la región del mundo donde peor está distribuida la
riqueza, que ya lo es, sino también en un gigantesco mercado donde hasta el
maíz y otros alimentos que son fuentes históricas de proteína vegetal y animal
serían desplazados por los cultivos subsidiados de Estados Unidos, como ya está
ocurriendo en territorio mexicano.
Los
automóviles de uso y otros bienes desplazan a los de la industria mexicana;
tanto las ciudades como los campos pierden su capacidad de empleo, el comercio
de drogas y armas crece, jóvenes casi adolescentes con apenas 14 ó 15 años, en
número creciente, son convertidos en temibles delincuentes. Jamás se vio que
ómnibus u otros vehículos repletos de personas, que incluso pagaron para ser
transportados al otro lado de la frontera en busca de empleo, fuesen
secuestrados y eliminados masivamente. Las cifras conocidas crecen de año en
año. Más de 10 mil personas están perdiendo ya la vida cada año.
No
es posible analizar la Revolución Bolivariana sin tomar en cuenta estas
realidades.
Las
fuerzas armadas, en tales circunstancias sociales, se ven forzadas a
interminables y desgastadoras guerras.
Honduras
no es un país industrializado, financiero o comercial, ni siquiera gran
productor de drogas, sin embargo algunas de sus ciudades rompen el récord de
muertos por violencia a causa de las drogas. Allí se yergue en cambio el
estandarte de una importante base de las fuerzas estratégicas del Comando Sur
de Estados Unidos. Lo que allí ocurre y está ocurriendo ya en más de un país
latinoamericano es el dantesco cuadro señalado, de los cuales algunos países,
han comenzado a salir. Entre ellos, y en primer lugar Venezuela, pero no solo
porque posee cuantiosos recursos naturales, sino porque los rescató de la
avaricia insaciable de las transnacionales extranjeras y ha desatado
considerables fuerzas políticas y sociales capaces de alcanzar grandes logros.
La Venezuela de hoy es otra muy distinta a la que conocí hace solo 12 años, y
ya entonces me impresionó profundamente, al ver que como ave Fénix resurgía de
sus históricas cenizas.
Aludiendo
a la misteriosa computadora de Raúl Reyes, en manos de Estados Unidos y la CIA,
a partir del ataque organizado y suministrado por ellos en pleno territorio
ecuatoriano, que asesinó al sustituto de Marulanda y a varios jóvenes
latinoamericanos desarmados, han lanzado la versión de que Chávez apoyaba la
"organización narco-terrorista de las FARC". Los verdaderos
terroristas y narcotraficantes en Colombia han sido los paramilitares que le
suministraban a los traficantes norteamericanos las drogas, que se venden en el
mayor mercado de estupefacientes del mundo: Estados Unidos.
Nunca
hablé con Marulanda, pero sí con escritores e intelectuales honrados que
llegaron a conocerlo bien. Analicé sus pensamientos e historia. Era sin dudas
un hombre valiente y revolucionario, lo cual no vacilo en afirmar. Expliqué que
no coincidía con él en su concepción táctica. A mi juicio, dos o tres mil
hombres habrían sido más que suficientes para derrotar en el territorio de
Colombia a un ejército regular convencional. Su error era concebir un ejército
revolucionario armado con casi tantos soldados como el adversario. Eso era
sumamente costoso y virtualmente imposible de manejar; se torna un imposible.
Hoy
la tecnología ha cambiado muchos aspectos de la guerra; las formas de lucha
también cambian. De hecho el enfrentamiento de las fuerzas convencionales,
entre potencias que poseen el arma nuclear, se ha tornado imposible. No hay que
poseer los conocimientos de Albert Einstein, Stephen Hawking y miles de otros
científicos para comprenderlo. Es un peligro latente y el resultado se conoce o
se debiera conocer. Los seres pensantes podrían tardar millones de años en
volver a poblar el planeta.
A
pesar de todo, sostengo el deber de luchar, que es algo de por sí innato en el
hombre, buscar soluciones que le permitan una existencia más razonada y digna.
Desde
que conocí a Chávez, ya en la presidencia de Venezuela, desde la etapa final
del gobierno de Pastrana, siempre lo vi interesado por la paz en Colombia, y
facilitó las reuniones entre el gobierno y los revolucionarios colombianos que
tuvieron por sede a Cuba, entiéndase bien, para un acuerdo verdadero de paz y
no una rendición.
No
recuerdo haber escuchado nunca a Chávez promover en Colombia otra cosa que no
fuera la paz, ni tampoco mencionar a Raúl Reyes. Siempre abordábamos otros
temas. Él aprecia particularmente a los colombianos; millones de ellos viven en
Venezuela y todos se benefician con las medidas sociales adoptadas por la
Revolución, y el pueblo de Colombia lo aprecia casi tanto como el de Venezuela.
Deseo
expresar mi solidaridad y estima al General Henry Rangel Silva, Jefe del
Comando Estratégico Operacional de las Fuerzas Armadas, y recién designado
Ministro para la Defensa de la República Bolivariana. Tuve el honor de
conocerlo cuando en meses ya distantes visitó a Chávez en Cuba. Pude apreciar
en él un hombre inteligente y sano, capaz y a la vez modesto. Escuché su
discurso sereno, valiente y claro, que inspiraba confianza.
Dirigió
la organización del desfile militar más perfecto que he visto de una fuerza
militar latinoamericana, que esperamos sirva de aliento y ejemplo a otros
ejércitos hermanos.
Los
yankis nada tienen que ver con ese desfile y no serían capaces de hacerlo
mejor.
Es
sumamente injusto criticar a Chávez por los recursos invertidos en las
excelentes armas que allí se exhibieron. Estoy seguro de que jamás se
utilizarán para agredir a un país hermano. Las armas, los recursos y los
conocimientos deberán marchar por los senderos de la unidad para formar en
América, como soñó El Libertador, "... la más grande nación del mundo,
menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria".
Todo
nos une más que a Europa o a los propios Estados Unidos, excepto la falta de
independencia que nos han impuesto durante 200 años.
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