Indiscutiblemente que la noticia internacional más importante del año
ha sido la reciente reanudación de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos
y Cuba, tras más de cincuenta años de ruptura total. Giro, evidentemente,
inesperado pero real. Cambio definitivamente histórico, cuyos protagonistas
principales son los presidentes Barack
Obama y Raúl Castro. Lo trascendente, evidentemente, es que la decisión abre la puerta para muchas
transformaciones importantes a todo nivel.
Según el diario “El País” de España, el hecho en sí ha
sido impulsado por una convergencia sorprendente entre la biología y la tecnología.
La primera ha determinado el envejecimiento de los hermanos Castro y de otros
líderes de la revolución, como de sus opositores exiliados en Florida y ha alterado los equilibrios
políticos dentro del régimen cubano y la propia política electoral
estadounidense.
Para dicho periódico de prestigio
y excelentemente informado, la biología
también intervino con el cáncer que causó la muerte del Presidente venezolano Hugo Chávez. Su
desaparición contribuyó a aumentar el caos
institucional que ha hecho de este país petrolero un benefactor menos
seguro para Cuba.
El otro elemento relacionado con
la tecnología, especialmente las innovaciones
en la extracción del petróleo y gas, ha permitido que Estados Unidos revolucione
el mapa energético mundial. Forzando a la baja del precio de dicho hidrocarburo
y minando la capacidad de Venezuela de mantener a flote un país en bancarrota.
Las banderas de los dos países.
Las banderas de los dos países.
ALTERNATIVA
Por eso mismo, “El País” recuerda
que Cuba necesitaba una alternativa económica y, sorprendentemente, ha
terminado encontrándola en su archienemigo Estados Unidos. Esto dice mucho del
pronóstico que sobre Venezuela tienen los cubanos cuando deciden abandonar a su país títere
para abrirse a las inversiones, el comercio y el turismo estadounidense.
Recuerda que Estados Unidos
promulgó en 1961 el embargo económico contra Cuba, en respuesta a las
expropiaciones de empresas y la persecución
a los ciudadanos norteamericanos. La pretensión de derribar el régimen
de Castro se hizo explicita en la Ley Helms-Burton que endureció el
embargo al someter a la dictadura a
sanciones internacionales.
Tal dispositivo conflictivo no
funcionó. Ni alcanzó sus objetivos. Para “El País” y muchos comentaristas internacionales, la
normatividad redujo, por completo, las
opciones en política exterior de la Casa Blanca.
Quienes piensan así recuerdan, que tanto el
Gobierno de Bill Clinton como el de Bush, vieron obstaculizada su capacidad para modificar una ley más elaborada en
función de estrechos cálculos de la política interna norteamericana que desde
una visión más amplia de los intereses nacionales de Estados Unidos en el
continente.
MISION IMPOSIBLE
En consecuencia, el embargo contra Cuba resultó ineficaz. Cabe
recordar al respecto que tanto los republicanos como los demócratas perseguían
con ahínco el apoyo del gran contingente de exiliados cubanos, con derecho a
voto en el decisivo Estado de Florida.
Conseguir los apoyos necesarios
en el Congreso para cambiar o relajar algunas de las condiciones más duras de
la Ley Helms-Burton se convirtió, realmente, en una misión imposible. A los
presidentes les quedaba la opción de
actuar unilateralmente mediante decretos, pero los cálculos electorales les
disuadían de hacerlo.
Todo esto ha cambiado
recientemente debido a dos circunstancias políticas: la parálisis persistente
en el Congreso y las últimas elecciones de mitad del mandato que otorgaron la
mayoría a los republicanos tanto en el Congreso como en el Senado.
Obama se enfrentaba a dos años más de inacción total, un panorama
que le pareció inaceptable. En su último discurso sobre el estado de la unión
prometió que si continuaba el estancamiento en el Congreso, actuaría cuando lo
considere necesario “para tomar medidas sin el legislativo”.
ENVEJECIMIENTO
Desde entonces ha sido fiel de
avanzar a solas. Lo ha hecho con la llegada procedente de México y de Centro América de menores que cruzan la frontera, en la
reforma de la política de concesión de préstamos a estudiantes, en las medidas para
contener el cambio climático y en un plan para proteger a casi cinco millones
de inmigrantes de la deportación y
permitir a muchos de ellos trabajar legalmente en Estados Unidos. El cambio de
la política hacia Cuba era un punto más en la lista de cuestiones por
resolver antes del final de su segundo mandato.
La avanzada edad de los hermanos
Castro, Fidel tiene 88 años y Raúl 83, y el surgimiento del debate sobre la
cada vez más cercana sucesión ha contribuido a modificar los cálculos del
régimen.
El envejecimiento del exilio cubano en Estados Unidos, cuya media
es de 40 años comparados con los 27 años
del conjunto de la población hispana, también ha creado condiciones más
favorables para un acercamiento entre Estados Unidos y Cuba.
En Florida, el cambio demográfico
ha dado lugar a un nuevo paisaje político. La generación de exiliados cubanos
que se oponía ferozmente a cualquier liberización de la política respecto a
Cuba se ha visto reemplazada por un nuevo grupo de población de votantes cubanoamericanos
más jóvenes y dispuestos a explorar nuevas opciones entre la relación entre su antiguo país y el actual.
Cuando se selló la noticia de la ruptura.
Cuando se selló la noticia de la ruptura.
PREFERENCIA
El cambio de actitud es evidente.
Especialmente entre cubanoamericanos que llegaron después de 1980 buscando una
oportunidad económica más que un lugar en el que refugiarse de las
persecuciones políticas, como había sido el caso de gran parte de la anterior
oleada de inmigrantes.
Los más jóvenes que llegaron a
los Estados Unidos, hace menos tiempo, saben que la arruinada economía cubana
necesita desesperadamente un reajuste. Pocos creen que Cuba vaya abrirse pronto
al libre mercado, ni mucho menos convertirse en una democracia.
El Presidente Raúl Castro ha sido
muy explicito en sus críticas al sistema económico actual, expresando su
preferencia por el “modelo chino”, en el que una economía más abierta coexiste
con un sistema político cerrado.
El régimen de Castro lleva mucho
tiempo posponiendo unas reformas que fortalecerían la economía de la isla, pero
que significaría admitir el fracaso de la revolución. Retrasar la hora de la
verdad ha sido posible gracias al enorme subsidio que Venezuela otorga a Cuba
hace más de una década.
SUBSIDIO
El salvavidas está ahora en
peligro. La muerte de Chávez contribuyó a la inestabilidad política de
Venezuela. El sucesor, Nicolás Maduro, se ha mostrado ineficaz a la hora de
afrontar los problemas que aquejan a su país y se encuentra maniatado por la
lucha del poder entre las diversas facciones chavistas.
El colapso económico y el caos
institucional de Venezuela han empujado al régimen cubano a buscar alternativas
en previsión de que Caracas no pueda seguir brindándoles el apoyo que depende
de su precaria economía.
Esta no sería la primera vez que
La Habana cambia con éxito de benefactor. A principios de la década de 1990, el
desmoronamiento de la Unión Soviética desencadenó una crisis económica brutal
en la isla.
El nuevo régimen ruso decidió
acabar con el subsidio de entre 5 mil a
6 mil millones de dólares al año que había mantenido a flote la economía de
Cuba hasta entonces. Cuando Rusia dejó de sostener a ese país, la isla entró en
una etapa de austeridad conocida como el periodo especial. El sufrimiento de la
población fue prolongado.
RESISTENCIA
A principios de este siglo
encontraron la salvación de Venezuela cuando recién había sido elegido Chávez.
Cuba recibe unos 100 mil barriles diarios de petróleo venezolano. Si se toma
como referencia un precio medio del
crudo de 100 dólares, más de 36.000 millones de dólares suma lo que los cubanos
han pagado en especies: con entrenadores deportivos, médicos, servicios de
seguridad, instrucción militar y productos agrícolas que cubrirían sólo una
mínima parte de lo que Venezuela podría haber ganado si hubiese vendido el
petróleo en el mercado.
El impacto de la caída del crudo
en las relaciones internacionales es otra vez determinante y vuelve a afectar a
Cuba. Ahora espera sustituir a la República Bolivariana con remesas, turismo,
comercio e inversiones que llegarán de los Estados Unidos, su gran enemigo
desde hace años.
Muy difícil será que el régimen
de Castro consiga mantener un sistema político fuertemente controlado si
permite más libertad de comunicaciones, viajes, comercio, e inversión. Sin
embargo, no es probable que se produzca ni siquiera una apertura política
limitada, a no ser, por supuesto, que de repente el actual régimen explote.
La dictadura cubana ha resultado
ser muy resistente a las presiones políticas y reprime a los disidentes de
manera sistemática, haciendo oídos sordos a las demandas de que ponga fin a las
habituales violaciones de los derechos humanos.
Barak Obama y Raúl Castro.
Barak Obama y Raúl Castro.
CONTROL
El Gobierno intentará mantener
sin duda un control férreo sobre la población y sus métodos brutales de
represión no desaparecerán. Habrá momentos que esa represión se ponga más dura
cuando el régimen necesite reafirmar su poder.
La coacción política resulta más
fácil cuando el país está cerrado, aislado y hambriento que cuando está más abierto al mundo. A largo plazo puede que
el régimen sea vulnerable al impacto de una sociedad más abierta.
Las consecuencias imprevistas de
los cambios políticos serán probablemente tan sorprendentes como variadas.
Evidentemente afectarán a la política de Venezuela y a las conversaciones de
paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, a la política
interna de Estados Unidos y a la agenda de derechos humanos de la región.
Cabe destacar que el Papa
Francisco ha tenido un papel preponderante desde el Vaticano en el proceso para
lograr un acuerdo. “Tengo el compromiso de hacer cuanto esté en mi mano para revertir esos cambios,
declaró el Sumo Pontífice. (Tomado y
resumido del diario “El País”).
El analisis muy certero. Como cambia Cuba. Como cambia Estados Unidos. Pero todavíoa hay mucho pan por rebanar y habrá que estar atentos a lo que pasa en la isla. Gerardo Juarez
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