El acontecimiento cumbre de 1910
fue la celebración del Centenario de la
Revolución de Mayo. Llegaron a Buenos Aires representaciones diplomáticas de
todo el mundo. Ningún país dejó de asociarse al júbilo de los argentinos en una
fecha memorable. SE organizaron, como es natural, recepciones de gala,
funciones teatrales extraordinarias en honor de los huéspedes. En una muestra
internacional expusieron la mayoría de los países del mundo.
La colectividades extranjeras se
hicieron presentes en la celebración con obsequios que quedaron como recuerdos
perennes, tales como el Monumento de los Españoles, el de Ferancia y muchos
otros que la capital lucwe con legítimo orgullo.
Ese año de 1910 se inauguró, con
la asistencia del primer mandatario, José Figueroa Alcorta,, el Presidente de
Chile y el Embajador de los Estados Unidos, el
Monumento al Ejército de los Andes, base del recuerdo del mismo tipo al Libertador San
Martín.
Ese día se exaltaron los viejos
recuerdos nacidos al calor sde la gesta emancipadora y mantenidos
invariablemente por los pueblos representados por sus respectivos mandatarios
en el solemne acto.
Puede decirse que los festejos
duraron todo el año. El desfile militar del 25 de Mayo se realizó ante la
presencia de trabajadores de 50 países. Pdero un hubo un hecho que quedó en el
recuerdo de los argentinos como un verdadero acontecimiento: la visita de la
Infanta Isabel de Borbón, hermana del ex
Rey de España Alfonso XIII, a la sazón soberana reinante de la Madre Patria.
Uno de los actos conmemorativos.
Uno de los actos conmemorativos.
RECIBIMIENTO
Fue la única mujer que en esa
oportunidad invistió el carácter de embajadora. España nos enviaba su más elevada y gentil representación. Se le
hizo un recibimiento apoteósico. La nave, Alfonso XII en que viajó la ilustre
visitante fue recibida en el puerto por una enorme y entusiasta multitud, que
vitoreaba ruidosamente a la Argentina y a España. Las naves de la Marina ancladas en el puerto
con su tripulación y enarbolando el pabellón nacional.
La Infanta Isabel descendió del
barco del brazo del intendente municipal. Al pie de la planchada esperaban el
Presidente de la Nación, sus ministros y los miembros del Cuerpo Duplomátrico. Sobre el puerto, el
pueblo.
Puede decirse que todo el pueblo
de Buenos Aires se había volcado allí para darle la bienvenida a la ilustre
dama. Las avalanchas rompieron los cordones policiales. Aquello era la
apoteosis. Se organizaron numerosos actos en su honor.
Pero a la Infanta Isabel le
interesaban las fiestas criollas. Quería conocerlas. Le dio la oportunidad la
visita a una estancia, en cuya entrada la esperaban 100 gauchos a caballo con
sus mejores aperos de lujo y prendas de plata.
Buenos Aires de noche en aquella época.
Buenos Aires de noche en aquella época.
DESFILE
Sus bailes típicos entusiasmaron
a la Infanta. Uno de los actos más simpáticos y que más emocionó a la visitante
fue el desfile de españoles por la calle donde estaba ubicada su residencia.
Desde los balcones, ella presenció emocionada aquel imponente desfile de sus compatriotas.
Para ella, un espectáculo inolvidable.
Andando los años, recordaría con cariño
y emoción aquellos agasajos y las reiteradas pruebas de afecto que recogiera
durante su estadía en la Argentina. De ese manera, se unieron en el Centenario
las naciones protagonistas del acontecimiento secular, para reafirmar una
amistad que, sin olvido de pasadas glorias para ninguna de ellas, se hizo firme
y perdurable.
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