Tales concepciones pulverizaron y lapidaron, por completo, los atisbos ideológicos de extrema interpretación antojadiza que incluso se acercaron, invariablemente, al marxismo incrédulo y ateo disfrazado con el catolicismo bajo el nombre de la Teología de la Liberación, representada por el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.
Por esa época se ganó el mote acertado de ser el pensador auténtico de la Iglesia. Sin embargo, los seguidores de la famosa y
controvertida teoría, que nada tenía que hacer en la institución religiosa, lo
denominaron a Durand, equivocadamente, conservador y recalcitrante.
Controvertidos y paradójicos eran y son los rojimios, caviares o como se le
llame cuando pierden las batallas ideológicas.
Monseñor Durand con su contagiante sonrisa.
Monseñor Durand con su contagiante sonrisa.
DEFENSA TOTAL
La autoridad arzobispal no vaciló
y se enfrentó, con la decencia y la humildad del caso, a su colega de hábito
Gutiérrez para demostrar, a carta cabal, la posición de su representada
espiritual, en nombre de todos los fieles. La gran mayoría de la población
peruana que suman millones de millones de personas creyentes y católicas. Lo
más saltante es que tenía toda la razón.
Allí estaba el sacerdote jesuita
invariablemente en el púlpito y en el
sermón, defendiendo sus posiciones correctas. En las charlas y en los
conversatorios. En los colegios cuando disertaba sobre el controvertido tema y
en la universidad, ejerciendo la enseñanza de esclarecimiento. Nunca se cansó y mostró coherentemente, los
conceptos teológicos acertados y consensuados con la palabra de Dios de forma
coherente, sin ideologías extrañas.
Su preocupación por difundir la
doctrina acertadamente lo llevó a publicar una serie de libros
críticos contra la supuesta liberación gutierrista que mezclaba el agua con el aceite.
Es decir, marxismo con catolicismo.
Así sostuvo la verdad de la
doctrina que creía a pie juntillas mediante la publicación de cartas
pastorales, la promoción de semanas
sociales de propagación de la doctrina social de la iglesia e incluso organizó y participó en dos congresos que se
desarrollaron con el objetivo cumplido de reconciliar el pensamiento del Papa Juan Pablo II,
durante los años 1986 y 1989.
LIBROS DOCTRINARIOS
Su primer libro critico a la obra
del Padre Gutiérrez apareció, en 1985, bajo el título de: “Observaciones a la Teología de la Liberación” y la Fuerza Histórica
de los Pobres”. Remató con ímpetu
con otro volumen de cientos de páginas de mucho valor que salió a luz
con la llamada principal fulminante y drástica de: “La Utopía de la Liberación,” publicado tres años después que el
primero, 1988.
El puntillazo final de esclarecimiento total fue logrado cuando se pudo tener impresa otra
obra de polendas totales denominada explícitamente: “Teoría de la Liberación Marxista, Teología de la Liberación
Cristiana”. En los mismos títulos
están la esencia de las diferencias. Que son, evidentemente, abismales.
Poseedor de un jovial carácter y
un peculiar estilo de decir las cosas. Al pan le decía pan y al vino vino, directamente y sin escaramuzas. Con una
franqueza total que se convertía en admirable. Mediano de estatura con orejas
grandes y una sonrisa sincera que le salía a cada rato. No le temblaba la mano
para criticar aquello que le parecía injusto y que contravenía la ley de Dios.
Era reconocido y admirado por su
hablar campechano y muchas veces cuando era necesario criollo. Capaz de
conversar, de igual a igual, con un vecino de los barracones del Callao o con
la más ilustre de las personas. Hasta se dijo, de él con justicia, que era un sacerdote
genuino del pueblo. Con una sabiduría impecable.
Saludando al Papa Juan Pablo. II, durante su visita a Lima.
Saludando al Papa Juan Pablo. II, durante su visita a Lima.
HABLABA DE TODO
Por mucho tiempo fue, con su
rostro familiar y popular, un verdadero personaje de la escena nacional. Producto de sus continuas apariciones en los
medios de comunicación y gracias a su manera de ser y de expresarse. Sin
tapujos, ni medias tintas. Encarando temas picantes e incómodos, con una
saludable combinación de severidad y buen talante.
Hablaba sin problema alguno,
aunque siempre en estilo didáctico, del aborto, el control de la natalidad, la
política, el terrorismo, el sexo y el fútbol Nunca perdió la disposición para
responder todas las preguntas que le hacían. A la hora de los debates espinosos,
allí estaba él presente, sin perder lo monolítico de sus convicciones.
Tenía una mirada limpia. Generoso total. A los siete años, su madre lo mandó al colegio con
un suéter nuevo. Regresó a casa sin prenda. Se la había regalado a un niño
pobre de Malambito. Cuando la visita del Papa Juan Pablo II, le sugirieron
comprarse zapatos nuevos. Monseñor lo hizo pero en la ceremonia no los lucia.
NACIMIENTO
Los había donado a otro sacerdote
que los tenía más viejos. Nunca tuvo casa particular, ni residencia arzobispal.
Al final de su mandato le dieron una pequeña vivienda en Bellavista, donde muy
poco estuvo. Antes residía en inmuebles de personas allegadas y caritativas.
Tras su retiro pastoral en 1995 volvió a la comunidad de Fátima, la casa de los
jesuitas que era su orden sacerdotal, ubicada en Miraflores.
Durand Flores nació el 16 de
Abril de 1917 en la localidad de Ambo ubicada a unos 20 kilómetros de la
capital del departamento de Huánuco. Su padre huanuqueño, Guillermo Durand
Fernández Maldonado, era propietario de
la hacienda cañera “Quiicacán”, situada cerca de la primera ciudad pequeña de
unos 20 mil habitantes, por aquella
época.
Era el tercero de cinco hermanos
todos ellos profesionales: Gregorio, médico muerto a temprana edad en 1947,
Guillermo Abogado y muchos años Director del Archivo General de la Nación, Luis,
Periodista y director del diario “El Pueblo” de Arequipa, y José, escritor,
literato historiador y profesor de la
Universidad de Berkeley. California, Estados Unidos. (Ver semblanza de José
Durand, en el archivo de Miscelánea, de fecha 20 de mayo del 2010).
ESTUDIOS
El fundo Quiqacán lo vendió su progenitor a la familia Thorne y los Durand se
fueron primero a vivir a Lima y después a España. Su madre era, María “Maruja”
Flores Gutiérrez de Quintanilla, una mujer muy piadosa y extremadamente
católica. En la península ibérica murió el tronco paterno de la familia, allá
por 1934.
La progenitora hija de un famoso
médico, Ricardo Flores, miembro del Partido Liberal de Augusto Durand, a quien
se le recuerda, además, porque trajo a Lima el primer automóvil, como medio motorizado de
transporte (Ver en el archivo de este Blog la nota de semblanza titulada “Augusto Durand, El
Coraje en Persona”, de fecha 30 de Julio del 2013).
Estudió la primaria en el Colegio
de la Inmaculada de Lima y la secundaria en el Sagrado Corazón de España. El 10
de Marzo de 1934 ingresó a la Compañía de Jesús y se trasladó a Buenos
Aires. Allí se graduó de Bachiller en
Humanidades Clásicas y de Licenciado en Filosofía y Teología. Lo ordenaron como
sacerdote en la ciudad argentina de San Miguel.
Regresó a Lima para continuar con
su trabajo pastoral, desempeñándose como maestro en el Colegio de la Inmaculada
ubicado en aquella época en la avenida Nicolás de Piérola, la Colmena, donde
funciona ahora la Universidad Nacional “Federico Villareal”.
En una celebracion religiosa
OBRAS SOCIALES
Lo nombraron responsable de las
Obras Misionales Pontificias a cargo de la Cruzada Eucarística. Desde ese cargo
editó la revista “Avanzada”, una publicación infantil y juvenil con personajes
inolvidables, de origen enteramente peruano y expresión de su suelo, como
“Tacachito” y “Vicuñín”, que caló para siempre en la conciencia del público de
este tipo que la leía.
Fundó Cáritas del Perú con el
apoyo del entonces Nuncio Apostólico, Monseñor Francisco Nardone. Esta
importante obra social, años después, pasó a ser administrada por la
Conferencia Episcopal Peruana. Creó, asimismo,
la Cruz Blanca institución
filantrópica que hacía el bien, cubriendo las necesidades de los niños de bajos
recursos.
El 14 de Febrero de 1966 fue
nombrado Arzobispo del Cusco y consagrado al mes siguiente. Resultó ser el 34 jefe
de la iglesia cusqueña y como Arzobispo el tercero. Al asumir el cargo leyó un
mensaje en quechua.
Miembro de la Pontifica Comisión
de Educación Católica. Lo nombraron delegado para la Conferencia del Episcopado
Latinoamericano en Medellín, donde presidio la importante Comisión sobre
Pobreza.
ACTIVO
Gobernó la sede cusqueña hasta
1975. Un problema cardíaco le impedía seguir viviendo en las alturas del Cusco
y por ello fue trasladado a su petición al Obispado del Callao, puerto del cual
fue nombrado Arzobispo el 14 de Enero de 1975. Ahí se desempeño durante 20 años
hasta el 16 de Agosto de 1995.
Elegido Presidente de la
Conferencia Episcopal Peruana de 1988 a 1991, años en que trabajo con especial
solicitud solidaria por los más afectados por la crisis económica que afectó al
país en la década del 90.
Su santidad Juan Pablo II aceptó
su renuncia al cargo del Arzobispado del
Callao cuando tenía 78 años, tres años después de la edad establecida por el
Derecho Canónico y es nombrado ese año Arzobispo- Obispo Emérito del Callao.
Durand tuvo una destacada
participación en las asambleas
episcopales de Medellín, Puebla y Santo Domingo. Incluso después de su retiro
se mantuvo activo tanto en diversas obras de acción social como punto de
referencia para opiniones y reflexiones en los medios masivos.
En su largo trabajo pastoral
creador infatigable de obras de desarrollo social y promoción humana. Hablan
hasta ahora de él la Cruz Blanca, los centros de educación ocupacional y más de
100 comedores populares y talleres de capacitación creados en el Callao.
HAZAÑA
Según los especialistas, su
acción social más importante fue la de preparar al país para el dramático
ajuste económico de 1990 que propicio el Presidente de aquel entonces, Alberto
Fujimori Fujimori, y su Ministro de
Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, para superar los embates de la hiperinflación
creada por la pésima política de este tipo desarrollada por el primer gobierno
de Alan García.
Gracias a las previsiones que
Monseñor Durand tomó como Presidente del
Episcopado, la Iglesia, a través de Cáritas y otras instituciones, fue
capaz de alimentar a más de un millón y medio de personas durante más de ocho
meses. Una acción que para muchos expertos salvó al país del colapso social.
Pero para otros su faceta más
saltante fue el celo pastoral que desplegó como autoridad de la iglesia. No sólo se preocupó por incrementar las
vocaciones sacerdotales, promover la pastoral juvenil y alentar los movimientos
apostólicos, sino que aumentó el número de parroquias en el Cusco y el Callao.
El 18 de Diciembre de 1998 cumplió sus Bodas de
de Oro Sacerdotales. En la Misa Concelebrada con Monseñor Miguel Irizar Campos,
en la Iglesia Matríz del Callao, agradeció a los fieles con las siguientes palabras:
“Les pido, queridos amigos, me ayuden a
agradecer a Dios Nuestro Señor, el haberme concedido dar lo Sagrado repartiendo
a Cristo y su doctrina y su sacrificio eucarístico durante 50 años de
sacerdocio bajo el mando de la Inmaculada”.
Lo reemplazo Monseñor Miguel Irizar
Lo reemplazo Monseñor Miguel Irizar
MIRARLE LA CARA A DIOS
Dentro de sus obras se recuerda
la construcción del Seminario Diocesano “Corazón de Cristo”, la casa de retiro
Betania, numerosas capillas y la ayuda económica que consiguió para el
Seminario Redemptoris Mater y Juan Pablo II. Durand es recordado también por la
feligresía chalaca por la reconstrucción de las iglesias Santa Rosa, Carmen de
la Legua y Matriz del Callao.
En una misa celebrada en la
Iglesia de Fátima, con motivo de su cumpleaños y al hablar en el Evangelio,
tuvo una frase realmente impecable e
indiscutiblemente profunda, de vida y resignación, que marco a los fieles por
completo cuando dijo sin dudar e implacablemente: Ya es tiempo que le mire la cara a Dios”. Vivir más sería mucho para
mi.
Al poco tiempo comenzaron sus
malestares físicos y se pronunciaron varias enfermedades que incluso lo
postraron en la cama durante un buen tiempo, con afecciones cardiacas y
artrosis en diferentes partes del cuerpo.
RESPONSO
A las 10.15 horas del viernes 19
de Marzo del 2004, en la Clinica Tezza, falleció a las edad de 86 años. Fue
inicialmente velado en la parroquia
Nuestra Señora de Fatima en Miraflores. Luego sus restos recibidos solemnemente por el entonces Obispo del Callao, Monseñor Miguel
Irizar, en la Iglesia Matriz en cuya
cripta lo sepultaron.
Anteriormente, su cadáver fue
recibido por las principales autoridades del puerto. Además de cientos de fieles
entristecidos que, desde muy temprano, coparon las instalaciones del templo donde
esperaron al “Obispo de los pobres”, conforme lo denominaban popularmente.
De acuerdo con el rito que se efectúa
en estos casos, el féretro fue puesto primero en el piso. Posteriormente
Monseñor Irizar tras descubrir previamente la parte superior del ataúd para ver
el rostro del fallecido, colocó encima la casulla, la mitra, el báculo y el evangeliario
que uso en vida Monseñor Durand.
Irizar procedió entonces al
responso respectivo. Destacó la labor pastoral y material realizada por el
fallecido, tarea reconocida profundamente por la feligresía que durante todo el
día se acercó al féretro para darle el último adiós.
Acudieron a rendirle homenaje,
entre otras personalidades, el Cardenal Juan Luis Cipriani, el ex Presidente
de la República, Valentín Paniagua Corazao, el ex Presidente de la Conferencia
Episcopal Peruana, Monseñor Luis
Bambarén Gastelumendi y el Nuncio Apostólico, Rino Pasigato. Asistieron además los
obispos de Ayacucho, Cusco y el provincial de la Compañía de Jesús: Luis
Sebastiani, Juan Antonio Ugarte Pérez y Carlos Rodríguez, respectivamente.
CARTA
Su llegada acompañada con
aplausos de gratitud por el pueblo chalaco que permaneció aguardando la solemne
misa de cuerpo presente para despedirse de aquel que condujo su iglesia durante
20 años El colegio episcopal y los responsables de las 45 parroquias chalacas,
presbíteros, diáconos, religiosas y religiosos, alumnos, amigos y familiares se
sumaron al homenaje.
El Vicario General del Callao,
Javier del Río, leyó la trayectoria del buen pastor y la carta que Monseñor
Durand escribió de puño y letra el 7 de Julio del 2000, en la cual haciéndole
presente su afecto de siempre le pedía:
“Hace mucho tiempo que quería
ponerte por escrito mi deseo, si es posible, de ser enterrado en uno de esos
sencillos nichos que hay bajo el presbiterio de la Catedral Matriz. Me inclino
por una lápida sencilla que podría decir: Ricardo Durand Flores (16 de Abril de
1917). Arzobispo del Callao (1966-1975, les pido una oración.
Su padre, Guillermo Durand, dueño de Quicacán.
Su padre, Guillermo Durand, dueño de Quicacán.
MODESTIA
A su vez el Nuncio Pasigato
transmitió el mensaje que envió el Papa Juan Pablo II, por intermedio del
Secretario de Estado de su Santidad, Cardenal Angelo Sodano, que decía así: “Informado
de la triste noticia de Monseñor Durand, les transmito a sus familiares y al
clero, comunidades religiosas y fieles, el sentido pésame de este pastor que
dedicó generosamente su larga y fecunda vida al servicio de Dios y la Iglesia.
El Santo Padre mientras ofrece sufragios por el eterno descanso del difunto
prelado, les imparte de corazón la confortadora bendición apostólica como signo
de esperanza en el señor resucitado”.
Irizar destacó la sencillez,
cercanía y bondad de Monseñor Durand. Pero, en especial, su elegancia y
silencio al dejar el cargo al punto que jamás intervino en el quehacer de su
sucesor sino que, más bien, era éste quien acudía en su búsqueda para
solicitarle consejo.
Reveló que el terreno, donde se inauguró el Monasterio de
las hermanas carmelitas, le fue donado a
Durand por la familia Mujica y que esto nunca se supo por la modestia del
insigne obispo. Al morir, el sacerdote fue condecorado por las autoridades
chalacas y decidieron que el lugar donde se yergue el Santuario de Nuestra
Señora del Carmen lleve el nombre del desaparecido obispo.
La sonrisa fresca y la mirada limpia que caracterizaron
a Durand continúa hasta hoy iluminando la Iglesia Matriz del primer puerto. Su
cuerpo tuvo por todo lecho un madero que construyó un carpintero a pedido de él,
en la forma mas barata y humilde posible. El cajón reposa hace ya varios años
en la cripta ubicada bajo el altar mayor del templo. Pobre quiso ser. Pobre fue
enterrado. (Edgardo de Noriega)
Que bonita semblanza. Un abanderado ideológico de la Iglesia que dio en el clavo. Vale la pena saberlo, y vale difundirlo. Las consecuencias son aciertos. Lo aciertos son verdad. Berta Gutierrez
ResponderEliminarLa labor pastoral de Monseñor Durand es encomiable y valiosa. Un verdadero pensador de la Iglesia que destacó por sus precisiones, interpretando el sentir de todos los católicos peruanos.,A este gran hombre se le recuerda con mucho cariño y ha ingresado, definitivamente, a la Historia. (Alberto Guillén)
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