A las 21.30 del 5 de Marzo de
1953, a la hora que fallecía José Stalin, el omnipotente jefe de la Rusia
soviética, banderas orladas de negro comenzaron a ondear en todos los edificios
públicos y particulares de Moscú. El
deceso había ocurrido en el Kremlin en momentos en que rodeaban el lecho
del moribundo sus hijos Vanili y
Svetlana y los colaboradores más allegados al Presidium y del Comité Central
del Partido Comunista.
El sudario blanco de la nieve
pareció hacer más grande el duelo. Una inmensa muchedumbre, reunida en la Plaza
Roja junto a la tumba de Lenin, guarda silencio profundo. Los mantos que cubren
las cabezas de las mujeres y los sombreros y gorras de los hombres, no alcanzan
a ocultar las lagrimas que surcan muchos rostros. Judíos de largas barbas
patriarcales, tártaros, musulmanes y fieles de todas las iglesias elevan sus
plegarias por el jefe muerto.
Mientras se esperaba la lucha por
el poder, el mundo asiste a otro acontecimiento casi tan sorprendente como los
anuncios que precedieron a la noticia del fallecimiento de Stalin: la
designación de Malenkov como Primer Ministro.
Cierto es que otros poderosos
jerarcas participaban del nuevo gobierno, pero nadie duda de que este cosaco
cauteloso como se le ha llamado sabrá mantener su posición. Todo esto acontece
mientras el cadáver de Stalin colocado en la capilla ardiente sobre un lecho de
flores y coronas, motiva una de las más gigantescas expresiones de duelo de que
se tenga memoria.
Jose Stalin: el hombre de acero.
Jose Stalin: el hombre de acero.
RUMORES
Un millón de personas pasan ante
él, formando filas de varias millas de extensión. El lunes 9 se realizan las
imponentes exequias. Malenkov y sus inmediatos colaboradores van al frente,
presidiendo el largo cortejo.
Sucede un periodo de rumores. Se
habla de desavenencias en el gobierno de Rusia y se sindica a Beria como el
hombre fuerte de la situación. Inesperadamente el 10 de Junio se anuncia su destitución del cargo de Viceprimer
Ministro. Enseguida corren igual suerte sus amigos políticos en toda la
extensión del país.
El periódico “Pravda”, que ha
gastado todos los elogios hacia el ex jefe de la policía secreta, lo trata
ahora duramente. El traidor de la patria-dice en un editorial- el enemigo del
partido y del pueblo, el burgués renegado Beria se ingenió mediante diversos y
arteros métodos para socavar la amistad de los pueblos de la Unión Soviética,
para socavar los fundamentos del Estado socialista.
Con rabia e indignación, el
pueblo soviético habla de esos monstruosos planes del vil provocador y
aventurero que intentó restablecer el sistema capitalista y esclavizar
nuevamente al pueblo bajo el poder de los odiados explotadores imperialistas.
Acompañado de Lenin.en 1919.
Acompañado de Lenin.en 1919.
FUSILAMIENTOS
Bajo este aluvión de la prensa
adicta a Malenkov se cierra el silencio de la suerte corrida por Beria. Se dice
que ha logrado escapar. Pero hacia comienzos de diciembre trasciende que se ha
iniciado su proceso junto con el de otros seis ex altos funcionarios del
Ministerio del Interior.
Pocos días más tarde, el 24 del
mismo mes, un breve comunicado anunciaba que todos los procesados murieron por
traidores frente al pelotón de fusilamiento. Se había cumplido uno de los
ciclos más dramáticos de la historia interna de Rusia. Quizás tanto como aquel
que habían protagonizado, muchos años antes, Stalin y Trotsky y cuyo desenlace
sobrevino precisamente con la muerte de Lenin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario